El cuadro más caro del mundo.

El cuadro Salvator Mundi, atribuido a Leonardo Da Vinci, antes de ser restaurado.
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Salvator Mundi, una obra con polémica

Como no podía ser de otra forma, una obra de Da Vinci se ha coronado como la más cara del mundo. Salvator Mundi batia el récord en noviembre de 2017, cuando fue vendida por 450’3 millones de dólares. Son varias las conjeturas y misterios que rodean a esta mayúscula pieza del siglo XVI: desde su comprador hasta su posible paradero, el cual se desconoce a día de hoy. Por otro lado, irónicamente, se dice que en los años 50 del siglo XX, al desconocerse su autoría, fue vendida en una subasta de Londres por el módico precio de 45 libras.

La polémica estaba servida y en ese contexto, la National Gallery de Londres expuso el cuadro en 2011 y lo presentó como The Last Leonardo (‘El último Leonardo’). Toda una campaña de marketing que congregó a miles de personas. Algunas incluso llegaron a pagar 400 dólares (unos 344 euros) por una entrada para intentar descubrir el misterio con sus propios ojos.

 

Salvator Mundi, el cuadro más caro de la historia del arte, se vendió en 2017 por 450 millones de dólares. Si autoría a día de hoy es secreta.

 

Cuando el comerciante de arte estadounidense Alexander Parish adquirió el Salvator Mundi (Cristo como salvador del mundo) en una casa de subastas de Nueva Orleans por 1.175 dólares (1.010 euros) en 2005, se hizo con lo que en el argot del arte se denomina un sleeper (durmiente), es decir, un término con el que se conocen las obras de arte atribuidas erróneamente y cuyo valor está infravalorado. La adquirió sin creer que fuera obra de Leonardo da Vinci, sino de sus discípulos, una opinión compartida en inicio por la prestigiosa conservadora Dianne Modestini, a quien su dueño le encomendó la restauración del cuadro.

La obra representa a un Jesucristo que da la bendición con la mano derecha mientras sostiene una esfera de cristal en su mano izquierda y parece que fue pintada alrededor de 1490, cuando Da Vinci se encontraba en Milán trabajando en su Última Cena. En el proceso de restauración, al retirar la pintura añadida en reparaciones anteriores, los trazos del labio superior del Cristo, «iguales que en la Gioconda», convencieron a Modestini de que el Salvator Mundi era un auténtico Da Vinci.

La polémica estaba servida y en ese contexto, la National Gallery de Londres expuso el cuadro en 2011 y lo presentó como The Last Leonardo (‘El último Leonardo’). Toda una campaña de marketing que congregó a miles de personas. Algunas incluso llegaron a pagar 400 dólares (unos 344 euros) por una entrada para intentar descubrir el misterio con sus propios ojos.

Tras la National Gallery británica, el Museo del Louvre también ratificó la autenticidad del Da Vinci con motivo de su muestra de 2019 para conmemorar los 500 años de la muerte del artista, aunque finalmente la pieza no se exhibió.

 

¿Un Da Vinci falso?

Tras la revelación de Di Maria, que llegó acompañada por la emisión de un documental francés de 2018 titulado Da Vinci a subasta: la historia del Salvator Mundi, parecía que el cuadro salió del taller del prolífico artista, pero que no fue obra suya para desilusión de su dueño. El siguiente paso fue enviar la obra a París y someterla a un proceso de autenticación de cara a la exposición sobre el maestro renacentista prevista para celebrarse meses después en el Louvre de Abu Dabi. La investigación concluyó que no podía corroborarse al 100% la autoría de Leonardo. La respuesta por parte de Riad fue presionar a París para que «maquillase» la investigación y solicitó que en la exposición de Abu Dabi se exhibiesen la Gioconda y el Salvator Mundi juntos. A cambio, facilitaría al país «algunos negocios», tal y como queda reflejado en el documental. Una petición a la que se negó Macron.

Actualmente se desconoce la dirección exacta en la que se encuentra el polémico cuadro que se quiso usar como arma política, aunque, según se dice, está escondido en uno de los yates del príncipe.


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