En abril de 2010, Cathy Terkanian, una enfermera jubilada residente en Florida, recibió una carta que alteraría su mundo para siempre. Provenía del Departamento de Servicios Sociales del estado de Virginia y, en cuanto la tuvo entre sus manos, supo que podía tratarse de la noticia que había esperado durante más de tres décadas.
“Me quedé sin palabras”, recuerda.
La carta traía consigo la posibilidad de reconectarse con la hija que había dado en adopción 36 años atrás, una bebé a la que llamó Alexis y que jamás dejó de tener presente. Durante años, Cathy había dejado todos sus datos actualizados en el archivo cerrado de adopciones, con la esperanza de que, si su hija alguna vez la buscaba, pudieran contactarla.
“Les pedí que, si mi hija intentaba encontrarme, le entregaran toda mi información”, contó.
Lo que Cathy no imaginaba era que su deseo de reunirse con su hija la conduciría a una verdad desgarradora: descubrir quién fue el responsable de arrebatarle la vida a Alexis.
