La seguridad de los legisladores colombianos ha vuelto a ser tema de debate tras un atentado fallido contra el representante a la Cámara por el Huila, Julio César Triana. El vehículo en el que se movilizaba el congresista fue blanco de varios impactos de bala en el norte de Bogotá, un hecho que ha sido condenado de manera unánime por las autoridades.
Según los primeros reportes, el ataque se produjo en la noche, y aunque el vehículo resultó gravemente afectado, el representante Triana y su equipo salieron ilesos. Las autoridades, que ya han iniciado una investigación, han calificado el suceso como un intento de intimidación o un acto de violencia con motivos aún por esclarecer.
Este evento resalta la vulnerabilidad de los líderes políticos en un país que, pese a los esfuerzos de paz, sigue lidiando con la violencia. El atentado contra Triana no es solo un ataque personal, sino un golpe a la democracia y a la labor legislativa que, en ocasiones, expone a los congresistas a riesgos serios por sus posturas y proyectos de ley.
La rápida reacción de la Policía y el llamado de la Fiscalía a esclarecer los hechos demuestran la gravedad del asunto. La ciudadanía espera que la investigación avance con celeridad para identificar a los responsables y garantizar que la violencia política no vuelva a tomar fuerza en Colombia.
