Inicialmente, Nawat Itsaragrisil, presidente y figura central del certamen Miss Grand International (MGI), detonó una controversia sin precedentes cuando humilló públicamente a Miss México, Mariana García, durante la concentración del evento. El magnate tailandés, con una trayectoria reconocida en la industria de la belleza, criticó el desempeño y la actitud de la concursante mexicana frente a las cámaras y, lo que resultó más grave, supuestamente ordenó a su equipo de seguridad que la retirara del hotel de concentración. Los seguidores de los concursos de belleza reaccionaron inmediatamente en redes sociales, exigiendo una disculpa y condenando las acciones del director como una muestra de abuso de poder y falta de profesionalismo en un evento que promueve la paz y la unidad.
Posteriormente, la situación escaló a niveles globales una vez Mariana García hizo pública su versión de los hechos. La delegada mexicana detalló la presión psicológica, el trato irrespetuoso y las expectativas irrazonables que el equipo directivo, encabezado por Nawat, impuso sobre ella durante su participación en MGI 2021 en Phuket. Esta acusación particular de maltrato emocional resonó profundamente en el público, pues evidenció un lado oscuro y tiránico dentro de la organización, contradiciendo el mensaje de empoderamiento femenino que la propia franquicia pregonaba. Distintos dueños de franquicias nacionales y exconcursantes rápidamente se unieron a las críticas, amplificando la percepción negativa sobre el liderazgo de Itsaragrisil.
Llorón
— Por que es tendencia en México? (@TendenciaMax) November 5, 2025
Porque Nawat, quien abría insultado a Miss México y mandado a seguridad para retirarla, termina expulsado del certamen más importante del mundo y llorando.
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El colapso de un magnate: Nawat Itsaragrisil y el escándalo de Miss México
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Como resultado de esta explosiva mezcla de humillación y denuncia pública, la organización MGI experimentó un boicot masivo en plataformas digitales. La comunidad en línea no solo exigió la salida de Nawat del escenario, interpretando esto como su «expulsión» del favor público, sino que también lanzó campañas de desprestigio que afectaron directamente la imagen del certamen. La información que circulaba en internet se centró principalmente en la necesidad de establecer límites al poder de los directores de certámenes y el apoyo incondicional hacia Mariana García, quien se convirtió en un símbolo de la lucha contra el acoso en el ámbito de los concursos. Esta presión colectiva forzó al magnate a enfrentar la magnitud del daño reputacional que sus propias decisiones causaron.
Finalmente, el peso de la controversia recayó sobre el propio Itsaragrisil, causándole un colapso emocional muy visible. El empresario apareció en una transmisión en vivo, donde rompió en llanto al reconocer el impacto negativo de la situación y la pérdida de prestigio que su marca sufrió. Sus lágrimas, que algunos interpretaron como un arrepentimiento genuino y otros como una simple estrategia de control de daños, sellaron su momentánea «expulsión» del ojo público y de la narrativa dominante del certamen. En ese momento, Nawat comprendió que sus palabras hirientes no solo lastimaron a una concursante, sino que destruyeron la credibilidad que él mismo había construido laboriosamente durante años.

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En retrospectiva, el incidente de Miss México 2021 sirvió como un punto de inflexión necesario en la industria, demostrando que la audiencia y los concursantes no toleran más el despotismo. El caso de Nawat Itsaragrisil enseñó una dura lección sobre la rendición de cuentas en la era digital: un líder, por muy poderoso que sea, asume las consecuencias de su trato hacia los demás. Este episodio subraya la necesidad de que los certámenes adopten un liderazgo respetuoso y promuevan un ambiente seguro y digno para todas las mujeres que participan.

