El origen del cepillo de dientes tal cual lo conocemos está datado en 1498 y se remonta a China, ideado nada más y nada menos que por un Emperador. ¿Y cómo fue el primer cepillo de dientes de la historia? Se trataba de un mango formado por un hueso (o bambú) y al que se le colocaron cerdas de pelo de animal cosidas. Concretamente de puerco salvaje de zonas frías, ya que su pelo era más resistente. Pero también se podía usar pelo de jabalí o caballo sobre marfil o madera.
Este es el cepillo que más se parece al actual por su concepción de mango y cerdas, pero realmente ya en Babilonia y Egipto se usaban pequeñas ramas del árbol Salvadora Persica, que se mordisqueaban para que su savia ayudase a mantener la salud dental (principalmente, para que no salieran abscesos, que era uno de los principales problemas de la época)
¿Quién inventó el cepillo de dientes?
El cepillo de dientes, tal y como hoy lo conocemos, fue idea de los dentistas chinos de hace 1500 años. Anteriormente, los árabes usaban ramitas de areca, planta de palma cuya nuez era a su vez un excelente dentífrico. La areca también la aprovecharon los habitantes del lejano Oriente, aunque la mezclaban con la hoja del betel y con la cal resultante del molido de las conchas de ciertos moluscos y se obtenía una especie de chicle masticable que mantenía los dientes limpios y combatía el mal aliento. El cepillo de dientes que hoy conocemos fue invento del siglo XVII. En la corte francesa se utilizaba un cepillo de dientes elaborado con crines de caballo o de otros animales, con muy buenos resultados. En nuestro siglo, una de las innovaciones del cepillo de dientes, el llamado “cepillo milagro” del Dr. West, de 1938, estaba elaborado con púas de seda que permitían una perfecta higiene bucal, y que daría lugar al producto que hoy tenemos todos en nuestros hogares.
Los cepillos dentales primitivos presentaban algunos inconvenientes, como su confección manual, el deterioro de las cerdas animales y su rápida contaminación por los microorganismos bucales. Por ejemplo, se sabe que Pierre Fauchard, el Padre de la Odontología Moderna, ofreció la primera disertación detallada del cepillo dental en Europa en 1723. El discurso evidenció críticas sobre el uso de pelos de caballo en el cepillo dental, por considerarlos ineficientes para la higiene dentaria debido a su suave consistencia. Además, Fauchard recomienda la frotación diaria de los dientes con esponjas naturales y se mostró severo con la gran mayoría de personas que no practicaba hábitos de limpieza bucal.
Del mismo modo, el bacteriólogo francés Louís Pasteur en el siglo XIX promulga la teoría sobre los gérmenes y los dentistas de entonces comprobaron que los cepillos de pelo animal eran una fuente de microbios, por su porosidad y mantenimiento de la humedad. Por ello, para evitar infecciones en las encías a partir de dichas bacterias y hongos, se empezó a recomendar la esterilización de los cepillos con agua hirviendo, lo que los tornaba aun más blandos y endebles.
Modernidad
El nailon fue inventado en EE. UU., en los Laboratorios DuPont (1937) por Wallace H. Carothers. Este descubrimiento inició una revolución en la industria de los cepillos dentales. El nailon era duro, rígido y flexible, resistía la deformación y la humedad no lo dañaba porque se secaba completamente con lo cual se impedía el desarrollo de bacterias. En 1938, este nuevo material se convirtió en el símbolo del modernismo y prosperidad a través de la comercialización de las medias de nailon y los cepillos milagrosos del doctor West.
En 1938 se lanza al mercado la versión moderna del cepillo de dientes: el llamado cepillo milagro del Dr. West, que estaba elaborado con púas de seda de nylon que permitían una perfecta higiene bucal. Posteriormente, se han introducido muchas mejoras, buscando brindar un elemento para facilitar el cepillado dental acorde a las diferentes necesidades que tienen las personas.
