El departamento del Cauca sigue sumido en una crisis profunda, marcada por el avance de los grupos armados, la falta de inversión social y la indiferencia de los representantes políticos. A pesar de las constantes denuncias y los llamados de la comunidad, las soluciones parecen quedar en el papel, mientras la violencia se recrudece.
En municipios como Argelia, Suárez y Morales, los enfrentamientos entre disidencias de las Farc, el ELN y bandas criminales han convertido la vida de los habitantes en un infierno. Ataques con explosivos, desplazamientos forzados y amenazas contra líderes sociales son el pan de cada día, sin que haya una respuesta contundente por parte del Gobierno.
A esto se suma la ausencia de inversión en infraestructura, educación y salud, factores que han agravado la situación. Pese a múltiples anuncios de recursos y estrategias para el Cauca, la realidad en los territorios demuestra que la mayoría de las promesas se han quedado en discursos políticos.
“El pueblo está cansado de ser utilizado en tiempos de elecciones y luego quedar en el olvido. Necesitamos acciones reales, no más palabras vacías”, expresó un líder comunitario de Toribío, quien pidió el anonimato por seguridad.
Mientras tanto, los congresistas que representan al departamento han guardado silencio frente a la crisis, sin pronunciamientos ni propuestas concretas que permitan aliviar el sufrimiento de la población. Ante esta situación, los ciudadanos exigen respuestas inmediatas y compromisos reales para frenar la violencia y recuperar la esperanza en el Cauca.
