A sus 19 años, las gemelas June y Jennifer se convirtieron además en las pacientes mujeres más jóvenes de Broadmoor, el hospital psiquiátrico de alta seguridad más famoso de Reino Unido, que albergó a criminales como Charles Bronson y al asesino serial Peter Sutcliffe, apodado el estrangulador de Yorkshire.
Ahora, por primera vez, June –la gemela que aún está viva- le contó su historia a la BBC, con sus propias palabras.
«Teníamos un impedimento del habla. Nuestros padres no podían entender una palabra de lo que decíamos, nadie entendía, así que dejamos de hablar», le dijo al podcast de la BBC, “June: Voice of a Silent Twin” (June: la voz de una gemela silenciosa).
«Luego fuimos ridiculizadas e intimidadas. Era un sentimiento de desesperación, desolación, de vernos decepcionadas por todos, odiadas y de que nos hicieran sentir horrible”.
«Era casi como una historia de terror, misterio e intriga, que terminaba en tragedia. Estábamos intentando todas estas cosas para tratar de conseguir ayuda. No sabíamos cómo terminaría».
El silencio
La historia comenzó en Yemen, en 1963, donde nacieron las gemelas. Sus padres eran de Barbados, pero se establecieron en Gales, debido a que el padre de las niñas trabajaba para la Fuerza Aérea Real.
June, que ahora tiene 60 años, cuenta que ambas querían intregrarse a su nueva comunidad rural, donde eran la única familia negra.
«Pensé: ‘Puedo ser normal'», recuerda June. «Pero todo se fue desvaneciendo. Debo haber perdido la confianza, tal vez fue una mirada, un gesto o alguien dijo algo, simplemente me callé. Volví al punto de partida».
El psicólogo Tim Thomas las ayudó. Él recuerda que las gemelas sufrieron acoso, lo que las llevó a volverse «electivamente mudas».
Las hermanas fueron separadas con la intención de que se integraran y pudieran comunicar con los demás.
Una hermana fue trasladada a un internado y la otra permaneció más cerca de su casa, pero June cuenta que dejó de comer y de hablar con la gente durante ese tiempo, por lo que el experimento se abandonó.
Malas compañías
Al finalizar la escuela a los 16 años, las gemelas se sintieron más aisladas que nunca en «su pequeña prisión» de su dormitorio y fue entonces cuando su historia dio un giro.
A los 18 años, las aspirantes a escritoras sentían que la juventud «las estaba pasando de largo», y entonces comenzaron a pasar tiempo con chicos que no eran buena compañía y que conocían de la escuela en Gales. Eso fue finalmente lo que las llevó a acabar en Broadmoor.
«Nos enseñaron a esnifar pegamento, fumar cigarrillos y beber vodka de la botella», recuerda June.


