De repente, el gigante de lomo plateado, conocido como Mpungwe , cargó contra él con un chillido.
Pero, a pesar de estar aterrorizado, Vianet Djenguet sabía que el primate de casi 254 kg no quería lastimarlo. Lo estaba poniendo a prueba.
Cualquiera que quisiera ganarse la confianza de Mpungwe y convertirse en su amigo debía mostrar respeto.
«Esa acometida fue una forma de decir: ‘Mira, mi familia está aquí. Tengo que protegerla, así que retrocede’», dice Djenguet. «Pero si te mantienes firme, eso es algo que le impide avanzar».
El gorila extendió el brazo y agarró el pie de Djenguet.
«Podía sentir la fuerza y el poder de su mano», dice el camarógrafo. «Fui lo suficientemente rápido como para retirar el pie y luego me quedé completamente congelado«.
Poco después, Mpungwe se deslizó hacia atrás por el terreno montañoso y desapareció entre el denso follaje.
Djenguet fue invitado a conocer a Mpungwe por los conservacionistas del Parque Nacional Kahuzi-Biega de la República Democrática del Congo.
Querían que documentara los intentos de acostumbrar al lomo plateado y a su familia a la presencia de humanos.
El proceso, llamado habituación, puede durar entre dos y diez años e implica rastrear y seguir a los animales a través del bosque de 6.000 kilómetros cuadrados.
Sólo funcionará si el macho alfa del grupo, el lomo plateado, acepta a los humanos. Si él lo hace, su familia también lo hará.
En extinción
Mpungwe y su familia se encuentran entre los últimos gorilas de tierras bajas orientales que quedan en la República Democrática del Congo, y el objetivo final de la habituación es salvarlos de la extinción.
Si tiene éxito, los turistas podrán visitar a la familia, lo que generará ingresos para ayudar a proteger a los gorilas y su hábitat.
Éste es el segundo intento de adaptación de Mpungwe. En 2015 se intentó, pero fracasó.




