
No es magia ni mito hippie: existe una red biológica bajo los bosques que permite que los árboles intercambien nutrientes y “señales” químicos.
El fenómeno fue demostrado por la ecóloga Suzanne Simard. A través de hongos microscópicos, los árboles están conectados en lo que se conoce como la Red Biológica del Bosque .
Por esta red pasan azúcares, agua y compuestos que alertan a otros árboles sobre sequías, plagas o cambios del entorno. En experimentos reales, cuando un árbol joven estaba a la sombra, un árbol adulto cercano podía enviarle nutrientes para mantenerlo vivo.
Los hongos se benefician porque reciben parte de los azúcares producidos por los árboles. Es una relación simbiótica comprobada en estudios publicados en Nature y Science .
Aunque no es comunicación “inteligente” en el sentido humano, sí es un sistema complejo que permite que el bosque funcione como una comunidad viva.
Por eso muchos científicos ahora proponen manejar los bosques como redes cooperativas, no como árboles aislados




