La tarde en la concha acústica de Pitalito terminó en controversia tras la aparición del alcalde Yider Luna, quien sorprendió a un grupo de jóvenes consumiendo estupefacientes y movilizándose en motocicletas sin placas. Según su versión, ordenó de inmediato la inmovilización de los vehículos, al evidenciar que no contaban con documentos en regla. La escena, lejos de ser rutinaria, fue registrada por transeúntes y rápidamente circuló en redes sociales, generando aplausos y críticas a partes iguales.
Un trasfondo
Los jóvenes retenidos manifestaron que las motocicletas eran “su sustento”, aunque no pudieron demostrar legalidad sobre ellas. Este argumento, lejos de excusar la irregularidad, refleja un problema social de fondo: la falta de oportunidades laborales, el aumento del consumo de drogas y la expansión de economías informales que se entrelazan con la ilegalidad. La decisión del alcalde de ordenar la inmovilización, aunque legal, abre interrogantes sobre la ausencia de una política integral que enfrente la raíz del fenómeno en lugar de limitarse a acciones reactivas.
Seguridad
El hecho de que el propio mandatario asumiera un rol operativo también alimentó el debate público. Para algunos, fue un gesto de autoridad frente a la delincuencia; para otros, un acto populista sin mayor impacto estructural. Las críticas apuntan a que la seguridad no puede depender de apariciones sorpresivas, sino de estrategias articuladas con la Policía, la Fiscalía y programas sociales que aborden la prevención del consumo y la regularización de los motociclistas en la ciudad.
En un municipio golpeado por la inseguridad, los hechos de la concha acústica terminan siendo un espejo de la desconfianza ciudadana hacia sus autoridades. La gente se pregunta si la intervención servirá de precedente o quedará como un episodio anecdótico más en medio del desgaste institucional. La falta de políticas de largo aliento, sumada a la creciente informalidad, deja un terreno fértil para que estas polémicas sigan repitiéndose.
Un reto pendiente
La discusión no se limita a un par de motocicletas inmovilizadas. El verdadero debate está en cómo Pitalito enfrenta la relación entre inseguridad, pobreza y juventud sin opciones claras. Mientras el consumo de drogas gana terreno en espacios públicos, las respuestas estatales parecen llegar tarde y de manera fragmentada. El alcalde Luna mostró firmeza en el momento, pero la ciudadanía espera soluciones de fondo que trasciendan la coyuntura.




