El acuerdo roto entre indígenas y disidentes de las Farc en Toribío: Un peligroso giro desencadena conflicto armado

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Ellos se autodenominan nuestros protectores, pero son unos cobardes, no son familia, no son nada», declaró Francy Liliana Ascué en respuesta a los criminales de las disidencias de las Farc que el sábado pasado asesinaron a su abuela, Carmelina Yule. Esta valiente mujer dio su vida para proteger a un adolescente de ser reclutado por la estructura Dagoberto Ramos, dirigida por el sanguinario Iván Mordisco, en una zona rural de Toribío, al norte del Cauca. Francy se inclinó sobre el ataúd de Carmelina, velada en la vereda La Bodega el miércoles pasado, y pronunció estas palabras contundentes: «A quienes hicieron esto, les digo que son unos cobardes por dispararnos a nosotros, que no teníamos armas. Son simples individuos que pretenden ser nuestros protectores, pero eso es una mentira. Ellos no son nuestra familia. No estoy de acuerdo con la guerra que han desatado contra nosotros (…). Asesinaron a mi abuela, pero hoy nacen más guardias indígenas. Ella nos guió en este proceso y ahora, más que nunca, seguiremos adelante. A pesar de las amenazas de que nos matarán si nos ven con chalecos y pañoletas de la guardia, seguiremos luchando».

La revista SEMANA visitó la zona y conversó con varios líderes de la guardia indígena, quienes condenaron el comportamiento de la columna disidente Dagoberto Ramos, activa en el nororiente del Cauca, principalmente en los municipios de Corinto, Toribío, Caloto y parte de Santander de Quilichao. Estas personas, bajo la promesa de mantener su anonimato, informaron a la revista que en 2019, tras el asesinato en la misma zona de la gobernadora indígena Cristina Bautista y otros cuatro miembros de la comunidad, se acordó una tregua con los criminales disidentes de las Farc. «Hemos cumplido nuestra parte, pacificamos el territorio, retiramos las tropas del Ejército y hubo un compromiso de reducir la violencia armada contra nosotros como comunidad indígena. Se comprometieron a mantener la paz en el territorio y a no reclutar a nuestros jóvenes, pero una vez más vemos que han incumplido su palabra».

Efectivamente, tras el asesinato de Carmelina Yule a manos de guerrilleros liderados por alias Barbas o Zapata, cabecilla de la Dagoberto Ramos en Toribío, el hostigamiento contra las comunidades ha sido constante. El martes por la noche, la caravana fúnebre que transportaba el cuerpo de la líder indígena fue atacada. Horas después, el presidente de la república, Gustavo Petro, suspendió el cese al fuego con el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc y, en un discurso público, criticó a Mordisco. «Esto que lo reciba allá el tal Iván Mordisco. Era chofer de un comandante de las Farc. Las Farc hicieron la paz y el chofer se quedó con los negocios. Ahora está matando dirigentes campesinos, asesinando al pueblo y habla de revolución (…). Es un narcotraficante disfrazado de revolucionario». Mordisco respondió a estas acusaciones con una grave acusación contra el mandatario: «Cuando lo apoyamos en la campaña, no éramos narcotraficantes», declaró el líder disidente en redes sociales.


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