Washington endurece sus políticas sanitarias globales
El gobierno de Estados Unidos anunció una nueva medida que condicionará parte de su ayuda internacional en salud —incluido el financiamiento para combatir el VIH— a que los países beneficiarios compartan datos sobre virus emergentes que puedan provocar futuras pandemias.
Según funcionarios del Departamento de Estado, el objetivo es mejorar la detección temprana de patógenos y fortalecer los sistemas globales de vigilancia sanitaria tras las lecciones dejadas por el COVID-19.
Transparencia a cambio de financiamiento
La propuesta establece que las naciones que reciben apoyo del Plan de Emergencia del Presidente de EE. UU. para el Alivio del Sida (PEPFAR) deberán facilitar información genética, epidemiológica y clínica sobre virus potencialmente peligrosos para el ser humano.
En caso contrario, podrían enfrentar restricciones o una reducción de los fondos destinados a programas de salud pública.
“Compartir datos es clave para evitar otra pandemia. No se trata solo de proteger a EE. UU., sino de proteger al mundo entero”, declaró un portavoz del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Reacciones internacionales
Diversos gobiernos y organizaciones humanitarias han expresado preocupación por la medida, al considerar que vincular la cooperación sanitaria con el intercambio de datos biológicos podría generar desigualdades y tensiones diplomáticas.
Algunos expertos advierten que la política podría interpretarse como una forma de presión sobre países con menos recursos tecnológicos o capacidades de bioseguridad.
Por su parte, Washington insiste en que la iniciativa no busca castigar, sino incentivar la colaboración científica internacional y la prevención de brotes globales.
Un nuevo capítulo en la diplomacia de la salud
La decisión se enmarca en un contexto donde las potencias mundiales compiten por el control y acceso a información sobre patógenos emergentes, considerada estratégica para el desarrollo de vacunas y tratamientos.
De concretarse, esta política marcaría un cambio profundo en la cooperación global en salud, colocando la transparencia biológica como requisito para mantener la asistencia estadounidense.
