La Selección de Ecuador igualó 1-1 frente a México en un amistoso internacional disputado en el Estadio Akron, un resultado que, si bien puede considerarse aceptable en lo numérico, dejó más interrogantes que certezas en lo futbolístico. El tanto de Jordy Alcívar desde el punto penal al minuto 20 permitió equilibrar el marcador tras un gol tempranero de México, pero el rendimiento colectivo volvió a quedar en deuda.
Más allá del empate, la atención se desvió hacia una situación interna que se vivió en pleno primer tiempo. El lateral derecho Ángelo Preciado fue sustituido por decisión técnica antes de la media hora de juego, un movimiento que no pareció bien recibido por el jugador. Su gesto de desaprobación al salir del campo, sin mirar al banquillo ni al cuerpo técnico, generó ruido en el ambiente tricolor y dejó entrever una posible fractura en la relación entre futbolistas y dirección técnica.
Desde el punto de vista estadístico, Ecuador tuvo un desempeño modesto. Registró solo 7 remates en todo el partido, de los cuales 5 fueron al arco, una cifra que refleja eficiencia al momento de finalizar, pero escasa generación ofensiva. México, por su parte, disparó 13 veces, lo que expuso la fragilidad defensiva ecuatoriana durante varios pasajes del encuentro.
La posesión también favoreció a los mexicanos, con un 54% frente al 46% de Ecuador. El equipo sudamericano completó 385 pases con un 81% de precisión, números aceptables pero insuficientes ante un rival que superó los 430 pases y mantuvo el control del juego. La falta de fluidez en el medio campo fue evidente, especialmente cuando se intentó salir jugando desde el fondo bajo presión.
En lo disciplinario, Ecuador cometió 14 faltas, una más que su rival, y recibió cuatro tarjetas amarillas. Esto deja en evidencia la necesidad de mayor concentración y control emocional, sobre todo en partidos cerrados como el de ayer. La Selección también cayó en fuera de lugar una vez y generó cinco tiros de esquina, muestra de que hubo intentos de ataque, aunque sin claridad en la ejecución.
Uno de los aspectos más preocupantes fue la poca capacidad de reacción ofensiva en el segundo tiempo. Tras el empate, Ecuador se replegó y apostó por el contragolpe, pero no generó ninguna opción clara de gol. La ausencia de figuras como Moisés Caicedo y Piero Hincapié se sintió tanto en liderazgo como en equilibrio táctico, y la banca no logró suplir esos vacíos con solvencia.
El empate ante México deja un sabor agridulce para Ecuador. Si bien el resultado puede maquillarse como positivo ante un rival de peso, los gestos de inconformidad, la falta de ideas claras y las estadísticas que reflejan pasividad preocupan de cara a lo que viene. La tricolor necesita no solo ajustar su funcionamiento colectivo, sino también reforzar la cohesión interna para evitar que pequeños roces se conviertan en grietas profundas dentro del grupo.




