El Benfica sufrió un duro golpe en la Liga de Campeones tras caer 2-3 frente al Qarabağ en Lisboa, un resultado que dejó al público local con un sabor amargo. A pesar de arrancar con un inicio prometedor, el cuadro portugués no supo mantener la ventaja y terminó superado por la contundencia del conjunto visitante.
Los lusos comenzaron de manera arrolladora. Enzo Barrenechea abrió el marcador al minuto 6 y apenas diez minutos después Vangelis Pavlidis amplió la diferencia con el 2-0. Todo parecía encaminado a una noche tranquila para el Benfica, pero la reacción del Qarabağ desnudó las falencias defensivas del equipo y le dio un giro inesperado al partido.
Richard Ríos, quien fue uno de los más activos en la recuperación y en la presión alta, trató de sostener al equipo en la zona media. Su despliegue físico y su capacidad para cortar balones dieron oxígeno en varios pasajes, pero no fue suficiente para contener la embestida visitante que terminó por silenciar el estadio.
Las estadísticas reflejan la frustración de los locales. El Benfica generó 15 remates, pero solo tres fueron a portería, un contraste notorio frente a la eficacia del Qarabağ, que con nueve intentos logró cinco disparos directos y tres goles. La falta de precisión en el último toque fue uno de los factores clave en la derrota.
En la posesión, el cuadro portugués también tuvo una ligera superioridad con el 52% y completó 416 pases con un 91% de efectividad. Sin embargo, ese control no se tradujo en claridad ofensiva. El Qarabağ, con un 48% de posesión y 374 pases al 89%, mostró mayor practicidad para transformar sus llegadas en goles concretos.
El Benfica, además, acumuló 11 faltas, casi el doble que su rival, y sufrió una expulsión que condicionó aún más el desenlace. A pesar de tener ocho tiros de esquina a favor, los lusos no pudieron capitalizar esa ventaja en jugadas a balón parado, un recurso que pudo marcar la diferencia en un partido cerrado.
Con esta derrota, el Benfica deja escapar puntos vitales en casa y expone nuevamente sus debilidades en defensa y definición. Ni el esfuerzo de jugadores como Richard Ríos ni el empuje inicial bastaron para evitar un tropiezo que compromete sus aspiraciones en Europa. El reto ahora será levantarse y corregir los errores antes de que sea demasiado tarde.




