Drama de violencia extrema en Cabrera: “La Familia del Terror”: Una mujer afirma que casi la matan a golpes

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En el corazón del corregimiento de Cabrera, en Pasto, se esconde un drama que mezcla amor, traición y violencia desmedida. Aura Cristina Peña Castro, de 27 años, llegó desde Bogotá hace cinco años buscando un nuevo comienzo. Encontró, según su testimonio, todo lo contrario: una pesadilla que la ha dejado con cicatrices físicas y emocionales.

La joven relata que conoció a Lorencio Ernesto Pianda cuando él vivía en condiciones precarias, “tirado en las esquinas y borracho”. A su lado, Aura intentó levantarlo, apostó por él, trabajaron juntos en cerrajería y parecía que la vida tomaba rumbo. Pero detrás de esa aparente calma —asegura— se escondía una tormenta familiar que nunca imaginó.

“Me querían matar”

“Cuando empezamos a trabajar, todo iba bien. Pero sus hijos y su exesposa, María Guzmán, me declararon la guerra. Me insultaban, me perseguían, me hicieron la vida de cuadritos. En los primeros días de octubre, ella me tiró de una moto. Ernesto Pianda y Omaira Marisol Pianda, sus hijos, se burlaban de mí y me hacían gavilla. Mis noches se volvieron una pesadilla junto a mi niño pequeño”, narra con voz quebrada.

Aura sostiene que las agresiones no se limitaron a insultos. Denuncia que fue víctima de golpes brutales, jalones de cabello, escupitajos en el suelo y hasta cortes en su cuerpo. “Me pegaron varias patadas, me escupieron en el piso, me lastimaron. Yo sola, frente a toda una familia que actuaba como jauría. Mi supuesto esposo nunca me defendió. Prefirió apoyar a su exmujer y a sus hijos”, afirma.

Guerra sentenciada

El conflicto según ella se extendió incluso a su sobrino menor, quien también habría sido agredido e insultado por integrantes de la familia Pianda. “Esto ya no es solo conmigo. Es con los míos. Es con mi sobrino menor. Es una guerra familiar que nadie detiene”, sentencia.

En medio de lágrimas, Aura Cristina asegura que todo lo que cuenta no es un hecho aislado, sino una conducta repetitiva y presuntamente conocida por la comunidad. “Esta gente ya había tenido estas conductas. Yo lo he denunciado. Pero nadie me escucha. Ya no aguanto más. Quiero justicia y que todos estos agresores sean expuestos”, implora.

Este caso, envuelto en misterio, violencia y supuesta complicidad, destapa una realidad alarmante en la que —de confirmarse— una mujer fue sistemáticamente golpeada y humillada durante años sin que las autoridades pusieran freno. La historia de Aura Cristina Peña es la voz de muchas víctimas que callan en silencio en los rincones de Colombia. Mientras la comunidad de Cabrera murmura y se indigna, la justicia aún no ha intervenido con contundencia. Las palabras de Aura resuenan como un grito desesperado: “No quiero morir sin que nadie sepa lo que me hicieron. Solo quiero justicia”.


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