Dos hermanas pierden la vida en brutal tiroteo en Tibú

La tragedia de dos hermanas que murieron por los enfrentamientos en Tibú, Catatumbo luego de retornar desplazadas.
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Dos hermanas pierden la vida en brutal tiroteo en Tibú: La tragedia de Iris Johanna y Ana Alejandra Quiñones Parada refleja el drama humanitario que vive a diario la población civil en zonas como el Catatumbo. Ambas hermanas fueron víctimas del fuego cruzado entre las disidencias del Frente 33 de las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (Eln), grupos armados ilegales que mantienen una guerra sin cuartel en esta región del norte de Colombia. Las jóvenes, que apenas habían regresado a su hogar tras haber sido desplazadas, murieron intentando proteger a los niños de su familia, convertidas en escudos humanos de una violencia absurda.

El ataque ocurrió en plena mañana del 14 de febrero, cuando la familia se encontraba reunida en su modesta vivienda de madera en la vereda Bertrania, en Tibú. El estruendo de las balas rompió la calma y sumió en terror a la familia Quiñones Parada. Durante tres horas los disparos no cesaron, y por media hora se concentraron justo al lado de la casa. Las hermanas se lanzaron al suelo junto a los niños para protegerlos, pero no lograron salir ilesas.

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Iris Johanna, de apenas 18 años, recibió dos impactos de bala, uno de ellos en la cabeza, y falleció al día siguiente. Ana Alejandra, de 24 años y madre de dos niños pequeños, resultó gravemente herida en el abdomen. A pesar de su estado crítico, no recibió la atención médica especializada que necesitaba con urgencia. La familia logró llevarlas inicialmente al centro médico de Tibú y exigió, mediante tutela, el traslado de Ana a Cúcuta, pero la respuesta fue lenta y sin garantías reales.

Ana Alejandra luchó por su vida durante más de un mes. Su condición requería una cirugía de alta complejidad, pero nunca fue autorizada. El sistema de salud, colapsado o indiferente, falló una vez más ante una víctima inocente. Finalmente, el Sábado Santo, Ana murió de un infarto, habiendo perdido ya a su hermana y sabiendo que dejaría a sus hijos huérfanos en medio de un conflicto que no cesa.

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Este tipo de tragedias se repite con frecuencia en regiones olvidadas como el Catatumbo, donde los civiles quedan atrapados entre actores armados ilegales. Las disidencias de las Farc y el Eln continúan generando desplazamientos forzados, muertes y violaciones a los derechos humanos. La falta de presencia efectiva del Estado, la debilidad en la atención a las víctimas y la impunidad convierten estas historias en una condena perpetua para las comunidades. La sociedad no puede seguir normalizando el dolor de las víctimas de guerra.


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