Dormir con luces encendidas podría causar aumento de peso y trastornos metabólicos, advierten expertos

La exposición a luz artificial durante el sueño altera el ritmo circadiano y eleva el riesgo de obesidad, insomnio, fatiga crónica y enfermedades metabólicas.
LUZ ENCENDIDA
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Dormir con una luz encendida, por tenue que parezca o incluso si proviene del televisor, se ha convertido en una costumbre común que, según la ciencia, puede estar afectando profundamente nuestra salud. Estudios recientes advierten que esta exposición a luz artificial durante el descanso interfiere en procesos biológicos claves, como el ritmo circadiano, alterando el sueño profundo y provocando efectos como aumento de peso, fatiga diurna y hasta trastornos metabólicos.

Una investigación realizada por el National Institutes of Health (NIH) en Estados Unidos, que evaluó a más de 43.000 mujeres entre los 35 y 74 años, concluyó que aquellas que dormían con la televisión o luces encendidas tenían un 17 % más de probabilidad de ganar cinco kilos en cinco años. Incluso después de controlar variables como dieta y actividad física, los efectos de la luz nocturna sobre el peso persistieron.

La luz interrumpe el metabolismo y la regulación hormonal

Además de afectar el sueño, la luz artificial nocturna altera la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia. Según la Cleveland Clinic, esta hormona se libera en condiciones de oscuridad total y su inhibición puede afectar el metabolismo, la digestión y la inmunidad.

Incluso con los ojos cerrados, el cuerpo percibe la luz y responde como si fuera de día, manteniendo al cerebro en un estado de alerta que impide el descanso reparador. Esto provoca interrupciones en el sueño profundo, reduce la calidad del descanso y favorece desequilibrios hormonales relacionados con el apetito y el almacenamiento de grasa.

El desajuste del ritmo circadiano y sus riesgos para la salud

La alteración del llamado “reloj interno” o ritmo circadiano no solo influye en el sueño. También se relaciona con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y trastornos emocionales, como la ansiedad y la depresión. Christen Cheuvront, especialista en sueño, explica que el cerebro interpreta cualquier tipo de luz como una señal de alerta, interfiriendo con funciones fisiológicas fundamentales como el sistema inmune y el equilibrio hormonal.

Dormir con luces encendidas no es una simple elección de comodidad, sino una interferencia directa sobre mecanismos vitales del cuerpo, cuyas consecuencias pueden acumularse a largo plazo y afectar seriamente la salud general.

Consejos para proteger tu salud mientras duermes

Ante este panorama, los expertos recomiendan acciones prácticas para asegurar un entorno de sueño saludable. Algunas medidas básicas incluyen el uso de cortinas blackout, apagar o cubrir luces LED de aparatos electrónicos, evitar el uso de pantallas una hora antes de dormir y, si es necesario, optar por luces nocturnas muy tenues solo para momentos puntuales.

Dormir en completa oscuridad fortalece el sistema inmunológico, estabiliza el metabolismo y contribuye al control del peso corporal. Como concluye Cheuvront: “Tener un espacio oscuro, tranquilo y libre de estímulos es una de las mejores decisiones que puedes tomar por tu salud a largo plazo”.

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