Viviana Ferrer llegó a Estados Unidos en 2018, con apenas 23 años y un título de abogada que no le servía en su nuevo país. Encontró en Doral, Florida, un rincón lleno de compatriotas, al que muchos llaman “Doralzuela”, por la gran cantidad de venezolanos que viven allí.
Ferrer empezó trabajando largas jornadas en un restaurante, soñando con algún día abrir su propio negocio. “Aquí uno se siente como en Venezuela, es tranquilo, seguro y más fácil adaptarse”, cuenta sobre esta ciudad del sur de Florida, que acogió a miles de migrantes como ella.
Sin embargo, Doral también enfrenta hoy las consecuencias de las duras políticas migratorias que afectan a esta comunidad, pese a que en su mayoría apoyaron al expresidente Trump en el pasado.
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