En un giro significativo en la política estadounidense hacia Rusia y el conflicto en Ucrania, el presidente Donald Trump anunció este lunes desde la Casa Blanca que Estados Unidos impondrá aranceles del 100% a Rusia si no se logra un acuerdo de paz en Ucrania en un plazo de 50 días. Esta medida, que Trump calificó como “aranceles secundarios”, busca presionar indirectamente a Moscú y a terceros países o empresas que mantengan relaciones comerciales con Rusia, en un intento por acelerar el fin de la guerra que ya entra en su cuarto año.
En paralelo, Trump confirmó un acuerdo con la OTAN para el envío de armas de fabricación estadounidense a Ucrania, incluyendo sistemas de defensa antiaérea Patriot, considerados de los más avanzados del mundo. La novedad radica en que la Alianza Atlántica será la encargada de financiar al 100% este armamento, lo que responde a las quejas del mandatario sobre el desequilibrio en la carga financiera del conflicto, donde Estados Unidos ha aportado cerca de 350.000 millones de dólares frente a los 100.000 millones de Europa.
El sistema Patriot, capaz de interceptar misiles balísticos, de crucero y aeronaves a gran altitud, será clave para contrarrestar los recientes ataques rusos con drones y misiles sobre territorio ucraniano, que han aumentado en intensidad y frecuencia. Además, algunos de estos sistemas ya están desplegados en países aliados de la OTAN en Europa, lo que facilitaría su rápida transferencia a Ucrania, mientras que las naciones europeas comprarían armamento de reemplazo a Estados Unidos.
En la víspera de la visita a Washington del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Trump expresó su decepción con Vladímir Putin, a quien acusó de falta de seriedad en las negociaciones y de continuar con bombardeos nocturnos pese a promesas de paz. El presidente estadounidense dejó claro que la paciencia se agota y que la presión económica y militar se intensificará para forzar un desenlace favorable a Ucrania.
El senador Lindsey Graham, aliado cercano de Trump, anticipó que el anuncio incluirá un paquete de sanciones sin precedentes, que podría incluir aranceles de hasta el 500% dirigidos a quienes apoyen la ofensiva rusa. Esta estrategia busca cortar las fuentes de financiamiento y apoyo a Putin, mientras se fortalece el respaldo militar a Kiev a través de la OTAN.
Este cambio de rumbo en la política estadounidense refleja una mayor coordinación entre Washington y sus aliados europeos para sostener la defensa ucraniana y aumentar la presión sobre Moscú. La combinación de sanciones económicas severas y el suministro de armamento avanzado podría marcar un punto de inflexión en el conflicto, cuyo desenlace sigue siendo incierto pero que mantiene al mundo en vilo.
