El pasado viernes 11 de abril sucedió una tragedia en la vereda El Mesón, zona rural del municipio de Garzón, donde dos hombres fueron asesinados en hechos que hoy son materia de investigación por parte de las autoridades.
El hecho violento generó, una fuerte conmoción entre los habitantes del sector, quienes aún no salen del asombro por la forma en que la violencia irrumpió en medio de la cotidianidad campesina.
Las víctimas fueron identificadas como Hener García Bustos, quien murió en el lugar de los hechos, y Juan Carlos Osorio Vega, quien pese a ser trasladado con urgencia al Hospital Departamental San Vicente de Paúl, no logró sobrevivir.
Posible ajuste de cuentas
Aunque aún no hay un pronunciamiento oficial sobre las causas del doble crimen, versiones preliminares apuntan a un posible ajuste de cuentas. Algunos miembros de la comunidad mencionaron que una de las víctimas, Hener García Bustos, habría tenido antecedentes judiciales, lo que podría orientar las líneas investigativas hacia un móvil relacionado con hechos delictivos anteriores.
Por su parte, Juan Carlos Osorio Vega era reconocido en la región como comprador de café, actividad que lo mantenía en constante desplazamiento por las veredas del municipio, por lo que su muerte ha generado aún más preguntas que respuestas.
Autoridades investigan
Tras conocerse el crimen, unidades de la Policía Nacional y del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía llegaron al lugar para realizar la inspección técnica a los cadáveres y adelantar las primeras labores de recolección de pruebas, testimonios y evidencias físicas que permitan esclarecer los hechos.
Las autoridades trabajan con el hermetismo propio de este tipo de investigaciones, pero señalaron que se están explorando varias hipótesis, sin descartar ninguna línea de investigación.
Clamor por seguridad
La comunidad de El Mesón y sectores aledaños elevaron un llamado urgente a las autoridades para fortalecer la presencia institucional en las zonas rurales del Huila, donde hechos como este generan miedo, zozobra y un sentimiento de desprotección.
“El campo ya no es sinónimo de tranquilidad. Necesitamos más patrullajes, más controles y que no nos dejen solos”, expresó un habitante de la zona que prefirió mantener su identidad en reserva.
Con este nuevo hecho de sangre, el municipio de Garzón suma un episodio más a la preocupante escalada de violencia que viene afectando a varias regiones del departamento. La expectativa ahora está puesta en los resultados que arrojen las investigaciones, mientras las familias de las víctimas esperan justicia y respuestas claras frente al crimen que hoy enluta a toda una comunidad.




