En la noche del miércoles 19 de noviembre de 2025, en el municipio de Chiscas, en el norte de Boyacá, ocurrió una tragedia que ha consternado a la comunidad y a la institución policial. Liliana Cruz, trabajadora social de 25 años, murió tras recibir un disparo que, según las primeras investigaciones, habría sido realizado por su esposo, el subteniente Haminton Ruiz Bolívar, comandante de la Estación de Policía de esa misma población.
Qué pasó
La pareja estaba cenando en un puesto de comidas rápidas, junto con otros uniformados, pasadas las 9:58 p.m. según los reportes. Había una tensión particular en la zona: poco antes, se había activado un plan de defensa policial debido a hostigamientos reportados en el Batallón de Alta Montaña Nº 2 en El Espino. En ese contexto, el subteniente Ruiz Bolívar tenía su fusil de dotación (un arma larga) listo para responder en caso de un ataque.
Mientras esperaban su pedido, Ruiz habría manipulado el fusil: según testigos, lo estaba limpiando o revisa. En ese momento, el arma se accionó de forma accidental y un proyectil impactó de lleno en la cabeza de Liliana. Testigos relatan que el disparo “se escapó de manera inesperada”, lo que sugiere que no había intención de herirla.
Tras el disparo
Tras el impacto, el subteniente Ruiz subió a Liliana en una patrulla con la intención de llevarla al centro asistencial, pero en el camino perdió el control del vehículo, salió de la vía y volcó. Según versiones, otro automóvil los recogió luego del vuelco y llevó a Liliana al hospital municipal. Aunque recibió atención médica, falleció sin signos vitales.
Investigación
Las autoridades ya iniciaron investigación disciplinaria y penal para esclarecer los hechos. La Fiscalía ya mira el caso como posible homicidio culposo (es decir, sin intención), y también se evaluará si Ruiz incurrió en abandono del puesto de trabajo o mal uso de arma de fuego. Por su parte, el abogado del subteniente ha dicho públicamente que “fue un accidente”: argumenta que el disparo fue producto de una manipulación errónea del fusil.
Reacciones y consecuencias
La muerte ha dejado a la comunidad de Chiscas impactada. Liliana era joven, tenía un papel activo como trabajadora social y coordinar el Plan de Intervenciones Colectivas (PIC) para localidades vulnerables. Además, su muerte ha generado un debate sobre el manejo de armas por parte de oficiales, especialmente en áreas rurales con alto riesgo. Algunos vecinos se preguntan si se respetaron los protocolos de seguridad, dado que el uso de un fusil no es algo habitual para todos los policías en esos municipios.
Por su parte, la Policía Nacional ya tiene al subteniente bajo custodia. Según informes, fue llevado por agentes de la Dijín al comando policial en Tunja, donde permanecería mientras avanzan los procesos legal y disciplinario.
Además, la familia de Liliana y su entorno lamentan la pérdida, y se espera que su cuerpo sea trasladado para los correspondientes dictámenes forenses.


