A una década de la firma del Acuerdo de París, el panorama climático global muestra señales mixtas. Por un lado, las emisiones per cápita han comenzado a descender y la expansión de las energías renovables avanza a un ritmo acelerado. Además, más de un centenar de naciones han establecido compromisos para alcanzar la neutralidad de carbono, según revela la última edición del Climate Change Performance Index (CCPI), que compara el desempeño climático de distintos países.
No obstante, el informe subraya que estos progresos aún están lejos de lo necesario para cumplir las metas de 2030. Para respetar el límite de calentamiento acordado, las emisiones globales deberían reducirse a la mitad en los próximos años, el abandono de los combustibles fósiles tendría que acelerarse significativamente y el financiamiento climático internacional aún es insuficiente.
“Vemos un número creciente de países con resultados buenos e incluso muy buenos en categorías como reducción de emisiones o impulso a las renovables”, explica Thea Uhlich, autora del CCPI. “Pero en las grandes economías, especialmente dentro del G20, estas tendencias llegaron tarde y no alcanzan el ritmo requerido para lograr recortes profundos de emisiones”.
El informe también expone retrocesos. Estados Unidos figura entre los países con desempeño “muy bajo” en todas las áreas evaluadas. Durante la administración Trump, descendió ocho puestos, ubicándose en el lugar 65, solo por encima de Irán (66) y Arabia Saudita (67), que registran los peores resultados del índice.
Uhlich advierte, además, que los principales exportadores de petróleo y gas “no muestran intención alguna de alejarse de los combustibles fósiles”, lo que, a su juicio, implica perder una oportunidad clave para adaptarse a la economía del futuro.
El ranking, elaborado cada año por Germanwatch y el instituto NewClimate, analiza a 63 países junto con la Unión Europea, responsables en conjunto de más del 90 % de las emisiones globales. El resultado refleja tanto los avances que empiezan a materializarse como las resistencias que aún frenan una acción climática a la altura de la emergencia.




