Este 3 de noviembre, millones de fanáticos alrededor del mundo celebran el Día Internacional del Anime, una fecha que reconoce el valor cultural, artístico y emocional de esta forma de animación japonesa. La efeméride coincide con el natalicio de Osamu Tezuka, considerado el padre del manga moderno y una figura clave en la evolución del anime.

Osamu Tezuka: el genio detrás del fenómeno
Nacido en Toyonaka, Osaka, el 3 de noviembre de 1928, Tezuka comenzó a dibujar desde niño. Su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial marcó profundamente su obra, que se caracteriza por transmitir mensajes de esperanza, humanidad y conciencia ambiental.
A los 20 años, publicó Shin Takarajima (La nueva isla del tesoro), y en la década de 1950 dio vida a personajes icónicos como Astroboy, Kimba, el león blanco y La princesa caballero, esta última considerada el primer manga del género shojo. Su estilo narrativo y visual revolucionó la industria, ganándose el título de “El Dios del Manga”.
El anime como lenguaje universal
Más allá de su estética, el anime se ha convertido en una herramienta poderosa para explorar temas universales: la identidad, el amor, la justicia, la tecnología, el medio ambiente y la espiritualidad. Series como Naruto, Attack on Titan, Sailor Moon o Death Note han dejado huella en distintas generaciones, demostrando que el anime no es solo entretenimiento, sino también reflexión.
Una celebración que une culturas
El Día Internacional del Anime no solo honra a Tezuka, sino también a los miles de artistas, guionistas, animadores y fanáticos que han contribuido a expandir este arte por todo el planeta. En países como México, Colombia, España y Estados Unidos, se organizan eventos, maratones, exposiciones y encuentros para compartir la pasión por el anime.
Más que dibujos: una forma de ver el mundo
El anime ha logrado lo que pocas expresiones culturales consiguen: trascender idiomas, edades y fronteras. Este 3 de noviembre, la celebración es también una invitación a redescubrir historias que nos conectan con lo humano, lo fantástico y lo posible.
Porque el anime no solo se ve, se vive. Y su legado sigue creciendo, un trazo a la vez.



