Día del Ferroviario: una historia que viene desde el siglo XIX

La conmemoración se relaciona con el aniversario de la estatización de Ferrocarriles Argentinos. La historia que quedó como una efemérides.
La conmemoración se relaciona con el aniversario de la estatización de Ferrocarriles Argentinos. La historia que quedó como una efemérides.
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La conmemoración se relaciona con el aniversario de la estatización de Ferrocarriles Argentinos. La historia del hito que quedó como una efemérides para este sector del transporte.

Fue con el decreto N° 32.574, firmado por el entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, que el 1° de marzo de 1948 las empresas ferroviarias que existían hasta entonces fueron nacionalizadas, para de ese modo constituir lo que se denominó como Ferrocarriles Argentinos. Por esa razón, y desde ese momento, se celebra el Día del Ferroviario, en recuerdo de aquella fecha histórica.

Ese decreto generó que desde el año siguiente comenzaran a funcionar en ocho líneas que conformaron el total de la red ferroviaria: las líneas Mitre, Belgrano, Sarmiento, Roca, San Martín, Urquiza y el Ferrocarril Patagónico.

Con la decisión que tomó el gobierno argentino, los ferrocarriles pasaron a ser parte del Estado nacional, lo que revalorizó la presencia de los trabajadores ferroviarios en un contexto de crecimiento. A partir de ese momento, hubo una fuerte apuesta a las economías regionales: el tren y los empleados de Ferrocarriles Argentinos fueron herramientas fundamentales para esos desarrollos. Por eso la fecha es tan trascendente para los trabajadores y se festeja el Día del Ferroviario.

Se celebra el Día del Ferroviario: una historia que viene desde el siglo XIX

En la Argentina, el ferrocarril empezó a funcionar a mediados del siglo XIX, en 1857. Las posibilidades de conectar a casi todo el país y llevando cargas variadas fue determinante para su crecimiento, que había tenido una primera iniciativa en empresarios locales aunque unos pocos años después los ingleses y los franceses llegaron para tomar el control y darle crecimiento a toda la red.

Para el momento en que Perón decretó la estatización, si bien había servicios regulares a todo el país, tanto de pasajeros como puntualmente de cargas, la inversión que hubo en infraestructura fue tan grande que llegó a ser el ferrocarril más grande de Latinoamérica con un largo de vías que superaba los 47 mil kilómetros.

Cada una de las líneas, aunque eran todas estatales, tuvieron una organización y funcionamiento autónomo, dependiendo de la Empresa Nacional de Transportes que, además, regulaba a los subtes porteños, a los tranvías y a los colectivos.


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