Detox digital: ¿por qué es tan urgente la desconexión?

Crece la tendencia de quienes deciden autolimitar el uso del teléfono móvil.
tomada de google
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Aquién no le sucedió más de una vez demorarse en una tarea, trabajo, reunión o cita por chatear o mirar las nuevas publicaciones de Instagram, Twitter o Facebook. El celular tomó en los últimos años un lugar predominante en la rutina diaria de las personas, ya sea por cuestiones laborales, de interacción y comunicación con otras personas y también como fuente de información y esparcimiento. Si bien parece que, por una u otra razón, cada vez le dedicamos más tiempo, hay una tendencia creciente a tomar conciencia del tiempo y la forma de uso. No se trata de deshacerse del celular sino de ser capaces de llevar un control. Este movimiento resulta de la reflexión acerca de para qué y por qué usamos las nuevas tecnologías.

Judith Nahmias, de 51 años, quien vive en el barrio Belgrano, eligió hacer un uso consciente del celular. “Me di cuenta de que perdía un tiempo muy valioso deteniéndome en temas que realmente no aportaban a mi vida, viendo información y contenido de personas conocidas e incluso extrañas a mí en las redes sociales”. Ella decidió implementar una serie de hábitos: por ejemplo, reconoce que desde hace seis meses no lleva el celular consigo cuando realiza actividad física, ya sea una clase de gimnasia o una caminata. “Delimité el horario para revisar aplicaciones, que actualmente es de una hora y media aproximadamente por día. También eliminé contactos de mis aplicaciones cuyos contenidos no eran relevantes para mí. Ya no uso el celular antes de irme a dormir y retomé el hábito de la lectura”, explica.

¿Los resultados? Para Judith no hay duda de los beneficios que obtuvo tras tomar esta decisión. “Les dedico más tiempo a actividades que resultan mucho más placenteras para el cuerpo y espíritu, como mejores encuentros personales, más lectura, más actividad física. Puse más el foco en los temas que me interesan para una vida mejor. Uno no toma dimensión del tiempo que pasa en las pantallas hasta que hace el cambio”, advierte 

Decisiones

¿Si me llega la notificación de un nuevo mensaje en WhatsApp lo abro inmediatamente? ¿Me siento ansioso? ¿Tengo la capacidad de administrar el tiempo en que estoy conectado? María Roca, coordinadora científica de la Fundación Ineco (que apoya programas de investigación sobre el funcionamiento cerebral), lejos de tener una mirada demonizadora de las nuevas tecnologías, considera que en muchos casos funcionan como una prótesis y logran que hagamos cosas que con el cerebro solo no podríamos hacer. “El problema es que se han vuelto tan necesarias en la vida cotidiana que se convirtieron en un dador constante de información que sobrecarga la capacidad limitada de nuestro cerebro de procesarla”, señala la especialista en neurociencias. Silvana Neme, de 51 años, de Villa Urquiza, sostiene: “Personalmente, decidí usar menos el celular los fines de semana. Lo apago cuando hago deportes y solo leo los mensajes de familiares, pero no los laborales. Durante la semana, de 8 p. m. a 6 a. m. lo mantengo apagado porque hay gente que tiene horarios distintos a los míos y manda mensajes a cualquier hora. En cuanto a las redes sociales, las uso poco y solamente las veo en la mañana temprano. Creo que el gran beneficio es no estar tan pendiente del teléfono. Si bien es difícil despegarse, es posible”.


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