En medio del reconocido Congreso Gastronómico de Popayán, realizado este fin de semana en el Parque de Caldas, se desató una fuerte polémica que ha generado indignación entre la ciudadanía y diversas organizaciones locales. La sorpresa fue evidente cuando, de camiones que llegaban al evento, comenzaron a descargarse vallas publicitarias alusivas a Aguardiente Antioqueño, hecho que muchos calificaron como un atentado contra el sentido de pertenencia regional y una afrenta directa a la única empresa licorera del Cauca.
La escena, ocurrida a plena vista de asistentes y transeúntes, tomó mayor relevancia por la presencia de autoridades como el gobernador Octavio Guzmán y representantes de la administración municipal, quienes, hasta el momento, no se han pronunciado sobre el hecho. Para líderes sociales y ciudadanos, el silencio institucional es un signo preocupante que refleja falta de compromiso con la defensa de los productos y empresas caucanas, particularmente de la Industria Licorera del Cauca (ILC), que durante décadas ha representado ingresos y empleo para la región.

Sectores sociales calificaron el acto como “una falta de respeto” hacia la identidad caucana y como un retroceso en los esfuerzos por fortalecer la economía local. La aparición de marcas foráneas en un evento de alto nivel gastronómico, que tradicionalmente ha resaltado la cultura y el talento regional, ha dejado un sabor amargo en la opinión pública.
Organizaciones locales manifestaron que no permitirán que este tipo de situaciones se repitan y aseguraron que, pese a la falta de pronunciamiento de las entidades oficiales, mantendrán en pie la defensa de la industria licorera caucana. “Nuestra causa es justa y no daremos un paso atrás”, afirmaron, subrayando que la lucha se mantendrá con inteligencia, firmeza y convicción.
Lo sucedido en el Parque de Caldas abre nuevamente el debate sobre el papel de las instituciones en la protección de las empresas regionales y el fomento de un verdadero sentido de pertenencia. Para muchos, el Congreso Gastronómico, en lugar de haber sido una vitrina de orgullo local, terminó convertido en escenario de inconformidad por la falta de respaldo a lo propio.




