La sábila es una planta medicinal reconocida por sus muchas propiedades beneficiosas, tanto que casi podría considerarse mágica. Usualmente la usamos para beneficiar nuestra piel, aprovechando sus propiedades desinflamatorias, cicatrizantes y antibacterianas. Pero esta planta no solo ayuda a nuestra piel, sino también a nuestro sistema digestivo.
Saludable pero…
La sábila puede ayudarnos a equilibrar la flora intestinal, combatir la gastritis y mejorar el tránsito intestinal. Pero, ¿por qué usualmente no se come? Como posiblemente ya te habrás dado cuenta, la pulpa de la planta tiene un olor fuerte y un sabor amargo que la hace difícil de consumir. Esto se debe a una sustancia llamada aloína, que actúa como un mecanismo de defensa para alejar a sus depredadores. Afortunadamente, este problema tiene solución.
A continuación, detallaremos el proceso para eliminar esta “aloína” y disfrutar de los beneficios de esta maravillosa planta.
Proceso para eliminar la aloína.
El proceso que describiremos a continuación es sencillo pero toma tiempo, así que ten esto en cuenta para que puedas comerla justo en el momento que desees.
Preparación
Toma una hoja de sábila y corta la cantidad que necesitas. Para conservar el resto, envuelve la parte cortada en vinipel y ponla en el congelador.
Corta la base y los laterales, dejando expuesta parte de su pulpa. Ahí es donde se eliminará la aloína.
Sumerge toda o una parte de la sábila en un vaso con agua, dependiendo de la cantidad que hayas cortado, y déjala reposar toda la noche.
Al día siguiente, notarás que el agua habrá cambiado de color; esa es la aloína. Pela la sábila y luego lava la pulpa. Si sobra, puedes guardar el resto en un frasco de vidrio bien tapado. Si el sabor sigue siendo amargo para ti, puedes dejarla unas horas más sumergida en agua.

Eso sería todo. Espero que te haya servido y mantente atento para leer recetas hechas con sábila en el futuro.




