Un informe de Oxfam revela que el 1% más rico del planeta emite más carbono que el 50% más pobre, una estadística que pone en evidencia la conexión entre desigualdad social y crisis climática. Los estilos de vida de élite están acelerando la emergencia ecológica.
Jets privados, mansiones hiperconsumistas y cadenas de producción opacas contrastan con las poblaciones del sur global, que sufren sequías, inundaciones y falta de recursos. La justicia climática se vuelve cada vez más un tema central en foros internacionales.
Activistas proponen impuestos al carbono progresivos, límites al consumo individual y la inversión en infraestructuras sostenibles en los países más vulnerables. La lucha contra el cambio climático, dicen, no será posible sin una redistribución del poder y la riqueza.




