Los loros son aves inteligentes y muy activas, y uno de los momentos más importantes en su desarrollo es su primer vuelo. Saber a qué edad comienzan a volar permite a los cuidadores ofrecer un entorno seguro y adecuado para esta etapa.
El proceso natural de emplume
El vuelo no ocurre desde el nacimiento. Primero, los loros pasan por la fase de emplume, en la que crecen y se desarrollan las plumas de las alas y la cola. Este proceso es fundamental porque les da la fuerza y la aerodinámica necesarias para poder levantar el vuelo. Generalmente, el emplume se completa entre los dos y cuatro meses de vida, dependiendo de la especie.
¿A qué edad vuela un loro según su especie?
Aunque la mayoría de loros comienzan a volar en promedio entre los dos y cuatro meses, existen diferencias claras según el tamaño y la especie.
- Periquitos (budgerigars): suelen volar entre los 30 y 40 días.
 - Ninfas o carolinas (cockatiel): dan sus primeros vuelos entre las 6 y 8 semanas.
 - Loros amazónicos: inician el vuelo alrededor de los 3 meses.
 - Guacamayos: por ser de gran tamaño, pueden tardar de 3 a 4 meses en dominar el vuelo.
 
Estas diferencias se deben al ritmo de desarrollo, el tamaño corporal y las necesidades de cada especie.
La importancia de un entorno seguro
El primer vuelo de un loro es un momento de exploración y aprendizaje. No basta con esperar a que tenga la edad adecuada; es vital garantizar que el espacio donde viva sea seguro. Retirar objetos peligrosos, cubrir ventanas y supervisar sus movimientos evitará accidentes. Además, permitir que el loro practique diariamente mejora su coordinación, fortaleza y confianza.
Cómo acompañar sus primeros vuelos
El papel del cuidador es clave. Animar al loro con suavidad, permitirle posarse en superficies seguras y reforzar su confianza con estímulos positivos facilita la transición hacia vuelos más largos y controlados. La paciencia es fundamental: cada ave tiene su propio ritmo y apresurarlo puede generar estrés o lesiones.
Conclusión
Entonces, ¿desde qué edad vuela un loro? En general, desde los dos meses en especies pequeñas y hasta los cuatro meses en loros más grandes. Respetar este proceso natural y brindar un entorno adecuado no solo asegura su bienestar físico, sino que también fortalece el vínculo con su cuidador

															


