Deportivo Pereira quedo con un sin sabor después de tener todo el partido ganado y terminando en empate 1-1 frente a Boyacá Chicó en condición de visitante, en un partido donde las estadísticas reflejan una clara desventaja para el conjunto matecaña. El duelo, correspondiente a la jornada 12 del Grupo A del Torneo Clausura, tuvo a “San” Rafael Dudamel, quien desde el banquillo fue pieza clave para que su equipo resistiera el asedio boyacense durante más de 90 minutos.
El cuadro pereirano se adelantó en el marcador gracias a un gol de Samy Merheg al minuto 26, aprovechando una de las pocas oportunidades que generó el equipo durante todo el encuentro. Esa anotación fue prácticamente el único remate al arco del visitante, que solo disparó en cinco ocasiones en todo el partido, frente a los 12 remates del equipo local, seis de ellos con dirección de gol. La efectividad, sin duda, fue el arma secreta de Pereira.
Boyacá Chicó controló el balón durante el 60% del tiempo, pero Pereira, dirigido por un Rafael Dudamel que parece tener línea directa con los milagros, apostó por la resistencia. Con apenas el 40% de la posesión, el equipo visitante supo sostenerse gracias a un bloque defensivo sólido y una actitud combativa que se reflejó en cada duelo individual. A falta de juego elaborado, abundaron los duelos físicos.
Y es que si de lucha se trata, Deportivo Pereira fue el rey del choque: cometió 18 faltas a lo largo del partido, contrastando con las 12 del conjunto local. El equipo pereirano también fue el más sancionado disciplinariamente, acumulando seis tarjetas amarillas que dejaron claro el carácter con el que defendieron su ventaja hasta el tramo final. A pesar de la rudeza, lograron mantener a todos sus hombres en cancha sin ver tarjetas rojas.
Los tiros de esquina también dejaron en evidencia la presión constante del rival: Pereira apenas generó dos, frente a los siete de Boyacá Chicó. Esa cifra es reflejo del estilo reactivo adoptado por el equipo visitante, que se replegó cerca de su área, esperando resistir y aprovechar alguna contra o error del rival. Una estrategia que, si bien arriesgada, se mantuvo firme hasta el último instante.
Todo se vino abajo para los matecañas en el minuto 90+12, cuando un penal transformado por Johan Bocanegra selló el 1-1 definitivo. Aun así, el resultado dejó buenas sensaciones para un equipo que sobrevivió a un partido en el que fue ampliamente superado en casi todas las métricas, pero no en el marcador. En ese contexto, Rafael Dudamel volvió a mostrar su capacidad para competir con lo que tiene y sacar adelante compromisos difíciles, lo que le ha valido el apodo de “San” Rafael entre sus fieles.
Este empate representa mucho más que un punto para Deportivo Pereira. Es una prueba de carácter, de resiliencia y de una lectura táctica inteligente desde el banquillo. En un torneo donde cada unidad es crucial, los de Dudamel demostraron que también saben sufrir. Y a veces, en el fútbol, sufrir con orden es tan valioso como golear con lujo.



