Deportivo Cali atraviesa una de sus etapas más complejas en los últimos años, luego de
sumar una nueva decepción en el ámbito nacional. Esta vez, la eliminación en la Copa
Colombia evidenció nuevamente las falencias deportivas y estructurales del club.
Tras no conseguir un lugar entre los ocho mejores equipos de la Liga BetPlay 2025-I, el
conjunto verdiblanco tuvo que disputar la fase de grupos de la Copa, compartiendo zona
con Bucaramanga, Quindío, Boyacá Chicó y Boca Juniors de Cali.
La expectativa era mejorar la imagen dejada en el torneo liguero, pero el rendimiento del
equipo quedó nuevamente en deuda. Solo consiguió una victoria en cuatro partidos,
cayendo en los otros tres compromisos, lo que lo condenó al último lugar del grupo A.
La falta de contundencia en ataque, las desconcentraciones defensivas y una nómina sin
reacción fueron determinantes en esta campaña, que deja al club sin participación en
instancias definitivas de los dos principales torneos del primer semestre.
Los errores se repitieron partido tras partido, y el cuerpo técnico no logró encontrar
soluciones efectivas para revertir el rumbo. El descontento en la hinchada se ha hecho
sentir tanto en redes sociales como en el estadio, donde la asistencia ha disminuido
notoriamente.
A la crisis deportiva se suma la incertidumbre institucional. Las directivas no han logrado
estabilizar la situación económica del club, lo que afecta directamente el armado del
plantel y la planificación de la temporada.
Con este panorama, el Cali enfrentará el segundo semestre con serias dudas sobre su
futuro competitivo. Será necesario replantear objetivos, reforzar zonas clave y recuperar la
identidad de juego para salir del fondo deportivo en el que se encuentra.
Mientras tanto, la afición ‘azucarera’ espera respuestas concretas por parte de los
dirigentes y un cambio real que le devuelva al equipo la dignidad y protagonismo que
alguna vez lo llevaron a lo más alto del fútbol colombiano.
