Ousmane Dembélé sigue viviendo el mejor momento de su carrera. El extremo francés fue elegido Hombre del Partido en la reciente final de la Supercopa de Europa, en la que el Paris Saint-Germain se impuso al Tottenham en una emocionante definición por penales. Su desequilibrio, visión de juego y capacidad para generar peligro fueron determinantes en el triunfo parisino.
La temporada de Dembélé ha sido simplemente espectacular. Con 35 goles y 15 asistencias, el atacante no solo brilló en la Ligue 1, sino que también dejó su huella en todas las competiciones, convirtiéndose en uno de los futbolistas más decisivos del panorama mundial.
Su palmarés en este curso impresiona: campeón de Francia, ganador del Trofeo de Campeones, conquistador de la Coupe de France, Champions League y ahora también monarca de la Supercopa de Europa. Una colección de títulos que lo coloca en la élite absoluta.
El rendimiento de “Dembouz” no ha pasado desapercibido para la prensa internacional, que ya lo sitúa como uno de los máximos candidatos al Balón de Oro 2025. Su regularidad, capacidad para aparecer en los momentos decisivos y liderazgo en el ataque del PSG lo han convertido en un referente indiscutible.
En la final contra Tottenham, Dembélé mostró todo su repertorio: velocidad endiablada, regates imposibles y asistencias precisas. Su influencia en el juego fue tal que, incluso sin marcar, se llevó el reconocimiento como el mejor sobre el campo.
Luis Enrique, su entrenador, elogió el compromiso y la madurez que el francés ha alcanzado esta temporada. “Está en un momento de plenitud, entendiendo el juego como nunca antes. Es un futbolista que te cambia un partido en una jugada”, afirmó el técnico.
Con los objetivos cumplidos a nivel colectivo y unas estadísticas que respaldan su candidatura, Ousmane Dembélé afronta la recta final del año con una meta clara: levantar el Balón de Oro y consolidarse como el mejor jugador del mundo en 2025.




