Una investigación conjunta entre agencias de inteligencia colombianas y de Estados Unidos reveló la existencia de una red de exmilitares nacionales que, tras su retiro del Ejército, fueron contratados por poderosos capos del narcotráfico en el exterior. Los reportes indican que estos hombres, con entrenamiento especializado en combate, logística y armamento, habrían sido reclutados para operar como escoltas, instructores y jefes de seguridad en organizaciones criminales radicadas en México, Brasil y algunos países de Centroamérica. Las autoridades señalan que esta práctica se ha convertido en una tendencia silenciosa pero creciente, alimentada por la falta de oportunidades laborales y el atractivo económico del crimen organizado.
Según los informes, varios de estos exuniformados salieron del país con contratos legales que simulaban servicios de seguridad privada, pero en realidad terminaban integrándose a estructuras vinculadas al tráfico de cocaína y armas. Los investigadores lograron rastrear movimientos financieros y comunicaciones encriptadas que vinculan a estos hombres con carteles como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, quienes los emplean para entrenar a sus tropas y garantizar la protección de sus cargamentos. Las autoridades colombianas, en coordinación con Interpol, ya han identificado al menos a una docena de exsoldados implicados y no descartan nuevas capturas.
Expertos en seguridad advierten que este fenómeno representa un desafío para la imagen institucional del país y una amenaza regional, ya que el conocimiento táctico de estos exmilitares puede fortalecer a grupos criminales transnacionales. El Ministerio de Defensa anunció que trabaja en un plan de seguimiento y control sobre el personal retirado de las fuerzas armadas para evitar que su experiencia sea utilizada por organizaciones ilegales. Entretanto, la justicia colombiana evalúa posibles sanciones ejemplares para quienes, tras haber jurado defender la patria, hoy ponen sus habilidades al servicio del narcotráfico internacional.
