DEL PUEBLO AL OLVIDO

[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Male" buttontext="Escuchar Noticia"]
Compartir en

Un poder que olvidó su propósito

Desde 1991, cuando se instauró la elección popular de alcaldes y gobernadores, el Cauca parecía encaminado hacia la autonomía y el desarrollo. Sin embargo, el sueño democrático se transformó en pesadilla. Tres décadas después, el departamento continúa sumido en el abandono, la pobreza y la desigualdad.

Según el columnista James Ruiz, en su texto “Del pueblo al poder… y del poder al abandono”, los mismos discursos de cambio se han convertido en disfraces de un sistema político que perpetúa el clientelismo y las redes de favores. La Gobernación del Cauca, afirma, se convirtió en un “directorio electoral” donde el mérito técnico fue reemplazado por la lealtad política.

Ruiz señala directamente al exgobernador y actual senador Temístocles Ortega, a quien atribuye la instauración de un modelo que privilegia a exalcaldes reciclados del fracaso local. “El Cauca no se gobierna para transformar, sino para mantener una red de poder”, sostiene.

En la capital caucana, el panorama no es distinto. Los últimos alcaldes, asegura Ruiz, “han heredado del pueblo sus problemas, pero no su dignidad”. Desde Ramiro Antonio Navia Díaz, promotor de la privatización de los servicios públicos, hasta Juan Carlos López Castrillón, con su fallido experimento de Ciudad Moderna, Popayán ha vivido una entrega sistemática de lo público a manos privadas.

El resultado es una ciudad sin recursos para invertir en desarrollo, obligada a administrar pobreza. “No vendieron el Parque Caldas porque no tenían las escrituras; todo lo demás fue puesto sobre la mesa”, ironiza el columnista.

Ruiz también lanza críticas al Gobierno Nacional. Asegura que la “paz total” del presidente Gustavo Petro se convirtió en una “burla total”, porque las estructuras armadas se fortalecieron bajo el discurso de reconciliación. El reciente atentado en Suárez, Cauca, que cobró la vida de dos civiles, sería una muestra de cómo la violencia cambió de lenguaje, pero no de método.


Compartir en

Te Puede Interesar