La salida del ingeniero Carlos Alberto Cuéllar de la Secretaría de Agricultura del Huila no fue un simple trámite administrativo. En realidad, su renuncia ha generado una ola de rumores que han puesto en evidencia fracturas dentro del equipo del gobernador Rodrigo Villalba. Aunque la versión oficial brilla por su ausencia, el vacío que deja Cuéllar ha alimentado tanto la molestia de algunos sectores internos como el entusiasmo de quienes ven en él una figura con proyección nacional.
Gestión
La gestión de Cuéllar al frente del sector agropecuario dejó resultados visibles, especialmente en programas de asistencia técnica y alianzas productivas con enfoque territorial. Sin embargo, los roces con contratistas, los cuestionamientos por distribución de recursos y las pugnas silenciosas dentro del gabinete habrían sido el detonante de su retiro. Varios actores del sector lo califican como un técnico con visión, pero sin el blindaje político que exige navegar entre intereses tan marcados.
Desde su renuncia, se ha instalado un nuevo foco de tensión: su nombre empieza a sonar en conversaciones sobre candidaturas al Senado en 2026. Con el respaldo de líderes liberales y redes rurales construidas durante su paso por la administración, Cuéllar tendría el terreno abonado para disputar un escaño en el Congreso. Algunos cuadros del liberalismo lo ven como la apuesta que podría cohesionar una estructura departamental que, a la fecha, muestra más desgaste que renovación.
Renuncia
Dentro del equipo de gobierno, la renuncia se interpreta como una señal preocupante. No solo representa la pérdida de una ficha clave, sino que también revela la fragilidad de los equilibrios internos en el villalbismo, una corriente que hasta ahora había funcionado con disciplina y control de daños. El silencio de la Gobernación solo acentúa la percepción de una crisis mal manejada, cuya factura podría cobrarse en las próximas elecciones.
En el ámbito político huilense, la movida de Cuéllar es vista como una jugada audaz y anticipada. Su perfil técnico y su bajo perfil mediático lo colocan como un actor que podría disputar el favor ciudadano sin cargar con los vicios tradicionales de la política local. Mientras algunos celebran su posible salto al Congreso, otros lo acusan de abandonar el barco en plena ejecución de planes claves para el agro del departamento.
A medida que avanzan las semanas y se mantiene la ausencia de una postura oficial, el exsecretario gana protagonismo en las discusiones políticas regionales. Su nombre, que hasta hace poco estaba vinculado estrictamente a temas técnicos, ahora se ubica en el centro del debate sobre la renovación de liderazgos liberales en el Huila.
En el tablero político departamental, las piezas se están moviendo. Carlos Cuéllar, con renuncia en mano, se perfila como una figura que no solo incomoda a los suyos, sino que también comienza a incomodar a los demás.




