En un mundo donde el fanatismo por equipos de fútbol, partidos políticos o religiones puede desencadenar reacciones violentas, la ciencia ha comenzado a descifrar qué ocurre en el cerebro de quienes caen en estos extremos.
La doctora Laura Villamil, psiquiatra especializada, explica que los aficionados exhiben patrones de activación cerebral distintos cuando están frente a sus favoritos, lo que puede generar tanto emociones positivas como conductas peligrosas.
«Los estudios con resonancia magnética funcional (fMRI) muestran que el cerebro de un fanático reacciona de manera intensa ante el éxito o el fracaso de su equipo o líder», afirma Villamil.
Cuando el equipo o partido político preferido gana, se activa el sistema de recompensa cerebral, liberando dopamina y generando euforia. Pero cuando pierde, la red de mentalización entra en acción, llevando al aficionado a un estado de introspección que, en algunos casos, puede mitigar el dolor.
Sin embargo, también se observa una inhibición en el núcleo cerebral que conecta el sistema límbico (emociones) con las cortezas frontales (control cognitivo). «Esta desconexión dificulta la regulación de impulsos y aumenta el riesgo de comportamientos disruptivos o violentos», advierte la experta.
El fanatismo extremo no es solo una cuestión de preferencia, sino de identidad. Según Villamil, cuando una persona se identifica profundamente con un grupo, su autoestima se vincula directamente a los éxitos o fracasos de este. «Si su equipo pierde o su partido político enfrenta una crisis, lo perciben como una amenaza personal», explica.
Esto desencadena el mecanismo primitivo de «lucha o huida», que provoca una cascada de reacciones fisiológicas: aumento del ritmo cardíaco, presión arterial elevada, respiración acelerada y reducción de oxígeno en el cerebro. «En este estado, la capacidad de analizar consecuencias disminuye, lo que facilita actos impulsivos como agresión verbal, violencia física o incluso autolesiones», detalla la psiquiatra.
Frente a este panorama, Villamil ofrece recomendaciones clave para manejar el fanatismo de manera saludable. Primero, recordar que en cualquier competencia hay un 50% de probabilidades de ganar o perder, y que los resultados no definen la vida personal. Segundo, practicar técnicas de regulación emocional, como respiraciones profundas o conexión a tierra, para evitar reacciones impulsivas. Tercero, canalizar las emociones hacia actividades positivas, como ejercicio o lectura, en lugar de comportamientos destructivos. «Evitar provocaciones y difamaciones es crucial para mantener un ambiente sano», enfatiza.
La especialista también sugiere realizar actividades grupales fuera del contexto competitivo, como reuniones de aficionados o labores sociales, para fortalecer la identidad sin depender de resultados. «La preparación y la supervisión en eventos masivos son esenciales para prevenir disturbios», concluye Villamil.
Con estas estrategias, el fanatismo puede transformarse de una fuerza destructiva en una expresión de pasión saludable, protegiendo tanto la integridad física como la salud mental de los colombianos.




