La danza como resistencia, como raíz, como memoria. Así se vivió la puesta en escena Espíritus del Urkunina: los diablos de Obonuco, presentada por la compañía Danzantes del Sur en la Casa Cultural Sala Mínima de Pasto. Una obra que no solo emocionó al público, sino que reavivó la fuerza ancestral del pueblo Quillasinga.
La pieza, dirigida por David Esteban Pupiales, se inspira en relatos orales transmitidos de generación en generación. Según la tradición, durante la fiesta de la cosecha —hoy conocida como la fiesta de las guaguas de pan— un diablo danzante emerge desde el volcán Galeras para celebrar con la comunidad. Este ser mítico simboliza el espíritu guardián del territorio, una figura protectora y sagrada.
Danzantes del Sur, con casi una década de trabajo, nació del deseo de Pupiales por expresar sus raíces a través del movimiento. “Quise darle voz a nuestro territorio desde el cuerpo, desde la danza”, afirma. La agrupación ha recorrido escenarios locales y nacionales con esta propuesta, llevando la figura del diablo de Obonuco incluso a carrozas del Carnaval de Negros y Blancos y, próximamente, al Centro Nacional de las Artes en Bogotá.
La propuesta no solo es artística, sino política: un acto de afirmación cultural en un país donde muchas memorias luchan por no desaparecer. “Queremos que el mundo sepa que Obonuco no es solo un lugar. Es una historia que danza”, concluye Pupiales, con la convicción de seguir moviendo el alma de su gente a través del arte.




