Danelly Arciniegas Sánchez, señala ser amedrentada por parte de su primo de 42 años Sergio Ortiz Arciniegas.

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Danelly Arciniegas Sánchez, una ciudadana de Ibagué, ha tomado la valiente decisión de denunciar un impactante caso de abuso sexual que, según sus declaraciones, fue perpetrado por su primo, Sergio Ortiz Arciniegas. Esta denuncia, formalizada ante la Fiscalía General de la Nación, saca a la luz una realidad desgarradora que muchas mujeres enfrentan en silencio y refleja la necesidad urgente de abordar los casos de abuso sexual en el país. Danelly, ahora adulta, ha decidido hablar para que su experiencia sirva de advertencia y prevención, además de buscar justicia no solo para ella, sino para todas las víctimas que han sido silenciadas por el miedo.

La historia de Danelly se sitúa en un contexto familiar complicado y doloroso. En 2010, tras la muerte de su padre, Danelly quedó bajo la custodia de la madre de Ortiz. Esta situación, que en un principio se suponía como un apoyo familiar, se convirtió en un escenario de abuso y manipulación emocional. A la tierna edad de 11 años, Danelly recuerda cómo su vida dio un giro oscuro cuando comenzó a sufrir acosos por parte de su primo. “Nunca pensé que alguien de mi propia familia pudiera hacerme esto. La confianza que se supone que debería existir se convirtió en un arma de doble filo”, relata Danelly, visiblemente afectada. Esta experiencia resalta cómo el abuso puede ocurrir en el entorno familiar, donde la confianza se transforma en vulnerabilidad.

Los primeros indicios de acoso comenzaron con miradas inapropiadas y comentarios obscenos que poco a poco fueron escalando hasta convertirse en agresiones sexuales. Según el testimonio de Danelly, el presunto abusador no sólo la acosaba verbalmente, sino que también la sometió a abusos físicos en múltiples ocasiones. Ella estima que los abusos ocurrieron en al menos 20 ocasiones durante varios años, dejando una huella imborrable en su vida. 

Actualmente la joven cuenta con 25 años de edad, pero la situación continúa afectando de manera constante.

Las consecuencias de estos abusos han sido devastadoras para Danelly. La víctima describe cómo, tras las agresiones, su vida cambió drásticamente, afectando gravemente su bienestar emocional y su desempeño académico. “Me alejé de mis amigos y dejé de hacer las cosas que solía disfrutar. Estaba atrapada en un ciclo de culpa y confusión, lo que hizo que mi vida escolar fuera un verdadero desafío. Luchaba por concentrarme, y cada día era un recordatorio de lo que había vivido”, explica Danelly, evidenciando cómo el abuso puede llevar a una persona a un estado de aislamiento y desesperación.

El daño psicológico causado por estos actos de violencia ha sido profundo y duradero. Danelly ha experimentado ansiedad, depresión y un sentimiento constante de inseguridad. “Después de lo que viví, se me hizo difícil confiar en cualquiera. Mi percepción de las relaciones se vio distorsionada. Sentía que nadie podía entender lo que había pasado”, agrega. Este tipo de daño no solo afecta a la víctima en el momento del abuso, sino que puede dejar cicatrices emocionales que perduran durante toda la vida. Las estadísticas revelan que las víctimas de abuso sexual suelen experimentar problemas de salud mental, y el caso de Danelly no es una excepción. Esta realidad subraya la importancia de la atención psicológica para las víctimas de abuso, así como la necesidad de un sistema de apoyo que les permita sanar. El caso de Danelly ya se encuentra en manos de las autoridades, quienes han iniciado la fase de investigación. La víctima confía en que este proceso no solo traerá claridad sobre su situación, sino que también funcionará como un medio para prevenir futuros abusos y fomentar un entorno más seguro para todas las mujeres. 

La denuncia de Danelly no es solo un acto de valentía personal, sino también una invitación a la sociedad a reflexionar sobre la manera en que se manejan los casos de abuso y cómo se puede ofrecer un apoyo más efectivo a las víctimas.


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