Críticas durante evento de juventudes en Ibagué

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Los líderes del país señalan la desinformación por parte de Pablo Mateo Zabala.

La reciente Asamblea Nacional de Juventudes, celebrada en Ibagué, dejó en evidencia una serie de fallas organizativas que generaron un amplio descontento entre los participantes, tanto opositores como miembros de la misma línea política. Los jóvenes asistentes señalaron problemas de comunicación y coordinación, lo que marcó el evento como un ejemplo de desinformación y logística deficiente. Aunque la administración municipal no era directamente responsable de la actividad, varios sectores criticaron la falta de apoyo y claridad en los procesos previos al desarrollo del encuentro.

El nuevo viceministro de Juventudes, Pablo Mateo Zabala, fue uno de los principales blancos de las críticas, ya que su presencia en el evento no logró calmar las tensiones generadas por los inconvenientes. Jóvenes provenientes de departamentos como Cesar y otros rincones del país expresaron su inconformidad con la manera en que se manejó la logística, señalando fallas en los desplazamientos, la organización general y la falta de un cronograma claro. Además, algunos asistentes destacaron que, aunque se esperaba la participación de más de 3.000 jóvenes, el número real estuvo muy por debajo de las expectativas.

Sin hotel, sin alimentación, sin transporte, sin programación, se encontraban los adolescentes en Ibagué.

Un aspecto relevante fue el desconcierto generado por los cambios constantes en la programación. Cabe recordar que esta asamblea había sido cancelada en al menos dos ocasiones durante el 2024, lo que ya había sembrado dudas sobre la capacidad organizativa de sus responsables. Los constantes aplazamientos, sumados a la falta de información precisa, desmotivaron a muchos jóvenes que inicialmente habían mostrado interés en participar en este espacio de discusión y toma de decisiones.

A pesar de las críticas, la asamblea logró realizar algunas actividades que, según los organizadores, estaban enfocadas en el fortalecimiento del liderazgo juvenil y la construcción de acuerdos. Sin embargo, los resultados quedaron opacados por la percepción de fracaso generalizada. La poca asistencia y la falta de una estructura sólida para el desarrollo de los temas planeados reforzaron la percepción de un evento mal gestionado que no cumplió con las expectativas iniciales.

La comunidad juvenil del país exige ahora respuestas claras y soluciones a los problemas identificados durante la asamblea. Muchos jóvenes consideran que, de no corregirse estas falencias, espacios de participación como este podrían perder credibilidad y resultar irrelevantes para futuras convocatorias. Las críticas también se extienden al Ministerio de Juventudes, al que se le solicita una revisión profunda de los procesos para garantizar que eventos de esta naturaleza sean inclusivos y efectivamente organizados. En conclusión, la Asamblea Nacional de Juventudes en Ibagué dejó más preguntas que respuestas. Los asistentes esperaban un espacio significativo para el intercambio de ideas y la construcción de propuestas para el desarrollo juvenil, pero en su lugar se encontraron con un evento que, para muchos, representó una oportunidad desperdiciada. El llamado ahora es a las autoridades y organizadores a priorizar la planificación y la comunicación en futuras iniciativas de este tipo.


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