Cristiano Ronaldo ha viajado a Washington D.C. para una visita muy simbólica: sostener un encuentro con el expresidente Donald Trump en la Casa Blanca. El portugués, figura mundial del fútbol, llega acompañado por sus asesores más cercanos, mientras Trump lo recibirá con un almuerzo privado en los jardines presidenciales.
El propósito de la reunión sería múltiple: por un lado, Ronaldo quiere promover iniciativas deportivas en Estados Unidos, especialmente programas de formación para jóvenes futbolistas; por otro, aspira a fortalecer su red de contactos en el ámbito político y empresarial. Trump, por su parte, ve en Ronaldo un embajador ideal para promocionar la cultura deportiva y atraer inversiones extranjeras.
Durante el almuerzo, se espera que conversen sobre el crecimiento del fútbol en EE. UU., la llegada de más talentos europeos al país y posibles colaboraciones entre organizaciones deportivas y gubernamentales. Además, Ronaldo podría presentar ideas para lanzar academias en ciudades estratégicas, mientras Trump valorará la posibilidad de apoyar esos planes como parte de su visión para el desarrollo comunitario.
La visita no está exenta de simbolismo: para Ronaldo es una oportunidad de posicionarse como un actor global más allá de las canchas, y para Trump representa una forma de capitalizar el atractivo mediático del futbolista. Aunque no se anticipa ningún anuncio concreto durante la reunión, tanto Ronaldo como Trump han dejado claro que la puerta queda abierta para proyectos futuros que vinculen deporte, negocios y diplomacia.
