La situación en la Franja de Gaza se ha deteriorado rápidamente en los últimos días, con cifras alarmantes de desplazamiento forzado y escasez crítica de suministros básicos como alimentos, agua potable y medicamentos.
Según datos de organizaciones humanitarias, más de 1.2 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares desde el inicio de los recientes bombardeos. Las infraestructuras civiles, incluidos hospitales y refugios, han sido gravemente afectadas, lo que ha dificultado el acceso a atención médica urgente.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha emitido un llamado urgente a la comunidad internacional para que se facilite el ingreso de ayuda humanitaria. Sin embargo, los bloqueos en los puntos fronterizos y el constante riesgo de ataques han complicado enormemente las labores de asistencia.
Varios países, como Turquía, Egipto y Qatar, han expresado su preocupación y han comenzado a enviar convoyes con suministros esenciales, aunque su llegada ha sido limitada por las condiciones de seguridad.
Además de la crisis alimentaria, expertos alertan sobre un inminente colapso del sistema sanitario en Gaza, con hospitales al borde de su capacidad, falta de electricidad y escasez de insumos médicos.
La comunidad internacional continúa dividida en sus posturas sobre el conflicto, mientras millones de civiles sufren las consecuencias directas de una escalada bélica que parece no tener un fin próximo.
