El exgerente, es señalado como uno de los principales responsables del declive de la empresa.
Solo en traslado de residuos, Emquilichao gasta más de 3.300 millones de pesos al año.
De empresa modelo a símbolo de malas decisiones: así describen hoy los ciudadanos de Santander de Quilichao a Emquilichao, la compañía encargada de la recolección y disposición de basuras que atraviesa una crisis sin precedentes. Lo que en 2013 fue referente de solidez y buena gestión, hoy está marcado por sanciones fiscales, conflictos sindicales y una pesada carga financiera que amenaza su sostenibilidad.
El debate no es menor. Quilichagüeños de todos los sectores se preguntan quién hundió a Emquilichao y cómo revertir el daño causado. Las miradas apuntan a la administración de Luis Andrés Sadovnik Rojas, exgerente de la empresa, cuyo paso dejó decisiones que hoy siguen teniendo consecuencias económicas y sociales.
En 2014 se impulsó la fallida idea de transformar la celda de contingencia de Quitapereza en un relleno regional. La comunidad, engañada y ofendida, se opuso con firmeza. El resultado fue la pérdida del predio y la obligación de trasladar los residuos hasta Yotoco, Valle del Cauca. Esa medida, todavía vigente, genera un gasto anual superior a los 3.300 millones de pesos, una cifra que asfixia las finanzas de Emquilichao.
A ello se suman sanciones ambientales de la CRC y procesos de responsabilidad fiscal adelantados por la Contraloría General del Cauca. Entre los hallazgos figura que multas por contaminación hídrica, que debían pagarse de manera personal, se cancelaron con recursos públicos, configurando un detrimento patrimonial.
La crisis no solo tiene rostro administrativo, también sindical. Los enfrentamientos entre Sintraemsdes y Sintrademquilichao han debilitado la capacidad operativa de la empresa, sumando parálisis y divisiones. Además, fuentes señalan que Sadovnik, hoy convertido en crítico férreo, estaría alineado políticamente con figuras como Dilian Francisca Toro y la senadora Norma Hurtado, lo que abre dudas sobre si sus denuncias responden a un interés empresarial o político.
Otro de los puntos delicados es el peso burocrático heredado. Se habla de más de 30 nombramientos realizados en su gerencia, de los cuales 28 permanecen activos, muchos con restricciones médicas que impiden cumplir plenamente sus funciones. Entre ellos, incluso, conductores de recolectores que no podrían manejar por afecciones relacionadas con el olor de las basuras.
La administración municipal ha reiterado que no se privatizará Emquilichao. Sin embargo, la salvación de la empresa dependerá de un plan serio de transparencia, modernización y decisiones que corten la corrupción y el clientelismo. El costo de esta crisis lo pagan mes a mes los habitantes de Santander de Quilichao, quienes merecen una empresa eficiente y no un botín político.

pie: Luis Andrés Sadovnik Rojas, antiguo director.



