Durante el 2024, el departamento de Boyacá vivió un retroceso alarmante en materia de seguridad alimentaria. Así lo confirmó el más reciente informe de la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria del Dane, que evidenció un aumento significativo en el número de hogares que no lograron acceder a una alimentación adecuada. Aunque las cifras siguen por debajo del promedio nacional, el deterioro fue evidente. Mientras en 2023 el 16,7 % de los hogares boyacenses enfrentaban dificultades para alimentarse, en 2024 el porcentaje creció al 18,6 %, afectando directamente a miles de familias.
Cifras
El contraste con el panorama nacional —donde la inseguridad alimentaria pasó del 26,1 % al 25,5 %— dejó en evidencia que Boyacá no solo no avanzó, sino que retrocedió. La situación más crítica se reflejó en los casos graves, donde el porcentaje de hogares que literalmente pasaron hambre aumentó del 1,5 % al 2,3 %.
Lejos de asumir esta crisis como una prioridad, los líderes políticos locales parecieron mirar hacia otro lado. Mientras las cifras del hambre se disparaban, el gobernador y el alcalde de Tunja, Mikhail Krasnov, optaron por centrarse en obras de infraestructura, eventos promocionales, y viajes al exterior para “mostrar lo mejor del departamento”, según sus propias declaraciones. Una gestión desconectada de las necesidades básicas de la población más vulnerable, que hoy paga las consecuencias.
Los datos también revelaron quiénes sufren más: los hogares rurales, las mujeres cabeza de hogar, los jóvenes sin educación y las familias del campo. En esos sectores, el hambre no es un concepto, es una realidad diaria. Más de 250.000 personas en Boyacá experimentaron inseguridad alimentaria en el último año; de ellas, el 2,1 % llegó al extremo de no tener absolutamente nada para comer.
Llamado
Mientras las cifras siguen siendo ignoradas por las autoridades, el llamado del profesor Jacinto Pineda no puede pasar desapercibido: “Son personas reales, con rostros, con historias. No estamos hablando de números, estamos hablando de hambre”. El informe del Dane no deja espacio para el triunfalismo político: la crisis alimentaria en Boyacá es innegable y requiere acción urgente, no discursos vacíos ni giras internacionales.
Destacado: La situación más crítica se reflejó en los casos graves, donde el porcentaje de hogares que literalmente pasaron hambre aumentó del 1,5 % al 2,3 %.




