Neiva vive jornadas dramáticas por el invierno implacable. Las aguas del río Magdalena se han convertido en el enemigo silencioso de cientos de familias que hoy lo han perdido casi todo. Tres sectores Camilo Torres, Guillermo Plazas Alcid y el asentamiento Las Ceibitas se encuentran bajo el azote de inundaciones que, más allá de lo material, están dejando cicatrices profundas en la vida y el ánimo de los habitantes.

En el barrio Camilo Torres, el agua rompió cualquier cálculo técnico y anegó el sector considerado hasta hace pocos días como el lugar más viable para construir la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Neiva. El megaproyecto, clave para descontaminar el río Magdalena, ahora se tambalea, pues la zona elegida demostró estar expuesta a un riesgo de inundación que podría hacerlo inviable. La obra, que supera los 60 millones de dólares, está en jaque por la fuerza de la naturaleza.

El panorama en el barrio Guillermo Plazas Alcid es igualmente desolador. Allí, más de 200 familias luchan contra el agua que inunda viviendas, calles y enseres. Los habitantes han tenido que improvisar barreras con costales llenos de arena para intentar frenar la corriente, aunque en muchos casos sus esfuerzos han resultado insuficientes.
Olga Lucía Polanía, presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio, manifestó la incertidumbre y preocupación de la comunidad. Destacó que varios organismos de emergencia han visitado el lugar, pero aún esperan una continuidad real en la atención y, sobre todo, soluciones definitivas que eviten repetir esta tragedia cada invierno.
Las Ceibitas resiste sin alivio
En Las Ceibitas, barrio ubicado también en la comuna tres, la creciente del Magdalena ha convertido calles en canales y viviendas en estanques. Familias enteras permanecen atrapadas entre agua y lodo, con pérdidas materiales incalculables. Los vecinos piden auxilio, pues muchas viviendas ya se encuentran completamente sumergidas.
La comunidad de Neiva exige no solo presencia institucional, sino decisiones de fondo que mitiguen el riesgo y eviten que la furia del invierno siga devorando sueños y hogares. El llamado es urgente: no pueden ser cifras ni datos los que definan el futuro de quienes hoy lo han perdido casi todo.




