La violencia volvió a golpear con fuerza en el norte de Neiva. Jesús Adrián Sandoval Garzón, un adolescente de apenas 15 años, fue asesinado la noche del domingo 13 de julio en la vereda El Venado, corregimiento de Fortalecillas. El crimen ocurrió pasadas las 8:00 p. m., cuando dos hombres en motocicleta llegaron, lo identificaron y sin decir una sola palabra le dispararon a quemarropa.
En medio del ataque también resultó herida una menor, quien fue trasladada de urgencia al Centro de Atención Integral Materno Infantil debido a la gravedad de sus lesiones. Su estado de salud es reservado.
“Jesús Adrián era un niño bueno, trabajador, noble… no tenía problemas con nadie. Lo mataron por error”, relató entre lágrimas su tía, una de las primeras familiares en llegar al lugar de los hechos. La familia está convencida de que el joven fue confundido con otra persona.
Las versiones preliminares recabadas por las autoridades y testigos coinciden: el adolescente no tenía antecedentes ni enemigos conocidos. No era un blanco, ni siquiera figuraba en ninguna investigación. Fue, según todo indica, una víctima más de la brutalidad de quienes empuñan armas sin mirar a quién.
Acción policial
Ante la gravedad del hecho, el coronel Héctor Jairo Betancourt Rojas, comandante de la Policía Metropolitana de Neiva, activó un plan de respuesta inmediata. “Se desplegó la Patrulla País del Grupo de Protección a la Infancia y Adolescencia, junto con investigadores de la Sijín e inteligencia policial. El objetivo es esclarecer los móviles del crimen y capturar a los responsables cuanto antes”, aseguró el alto oficial.
Las autoridades ya tienen algunas pistas. Se presume que los sicarios actuaron por encargo en medio de un ajuste de cuentas y que cometieron un grave error de identificación. Un error fatal.
Dolor e impotencia
En la vereda El Venado no hay consuelo. Vecinos, amigos y familiares de Jesús Adrián aún no logran comprender lo ocurrido. El muchacho era querido por todos. Estudiaba, ayudaba en casa y soñaba con salir adelante. Su muerte dejó una huella imborrable y un profundo sentimiento de impotencia entre quienes lo conocieron.
«Era un pelao sano, no se metía con nadie. No es justo que lo hayan asesinado como si fuera un criminal. Exigimos justicia», expresó un habitante del sector.
Este nuevo caso refleja la creciente ola de violencia que afecta a las zonas rurales de Neiva, donde la presencia de grupos armados, vendettas y ajustes de cuentas ya no respetan edades ni inocencia.
La familia de Jesús Adrián solo pide una cosa: que este crimen no quede en el olvido ni en la impunidad. Que su nombre no sea una cifra más y que su muerte no haya sido en vano.




