Nariño continúa siendo un «laboratorio territorial» para la política de paz total, con avances en acuerdos de desarme, desminado humanitario, erradicación voluntaria de cultivos ilícitos y procesos de reincorporación de excombatientes, especialmente con grupos como Comunicadores del Sur y CNEB. Aunque persisten tensiones, hay una reducción del 83 % en asesinatos vinculados al conflicto
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