La jueza 44 Penal de Conocimiento de Bogotá emitió este miércoles la primera sentencia en el marco de los hechos ocurridos la noche del 9 de septiembre de 2020, cuando la violencia policial cobró la vida de 13 personas en Bogotá y Soacha durante protestas por la muerte del estudiante Javier Ordóñez bajo custodia policial.
En esta ocasión, el patrullero Jhon Antonio Gutiérrez fue condenado a 10 años de cárcel por el delito de homicidio preterintencional, al confirmarse que disparó su arma contra los jóvenes Jaider Fonseca (17 años) y Andrés Felipe Rodríguez (23 años) en inmediaciones del CAI Verbenal, en la localidad de Usaquén.
Contexto de los hechos
La noche del 9 de septiembre de 2020, Bogotá vivió una jornada de manifestaciones masivas que se intensificaron tras conocerse el fallecimiento de Javier Ordóñez, quien murió bajo custodia policial. En sectores como Suba y Verbenal, las protestas se tornaron violentas y derivaron en enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Nacional.
En el barrio Verbenal, el patrullero Gutiérrez utilizó su arma de fuego contra los manifestantes, causando la muerte de los dos jóvenes. Según el expediente judicial, las balas incrustadas en los cuerpos de las víctimas coincidieron con el número de serie del arma asignada a Gutiérrez, lo que permitió demostrar su responsabilidad en los hechos.
Fallos en la actuación policial
La jueza del caso fue enfática al señalar que el patrullero tenía a su disposición múltiples herramientas de dispersión no letal para manejar la situación sin recurrir al uso de su arma de fuego. Además, se evidenció que sus superiores habían ordenado el repliegue estratégico del lugar para evitar mayores enfrentamientos, directriz que Gutiérrez desatendió.
“Es inadmisible que un uniformado, llamado a proteger, atente contra aquellos que protestan en el ejercicio de sus derechos. Esto representa un fallo grave en los principios de proporcionalidad y respeto por la vida humana”, expresó la jueza durante la lectura del fallo.
Testimonios de las víctimas
Jaider Fonseca, de 17 años, salió de su casa la noche del 9-S para montar en bicicleta y terminó participando en las manifestaciones. Por su parte, Andrés Felipe Rodríguez, de 23 años, había intentado abordar un alimentador de TransMilenio sin éxito, decidiendo unirse al cacerolazo en Verbenal, donde encontró la muerte.
Ambos jóvenes fueron alcanzados por los disparos del patrullero, quienes se encontraban en la protesta al momento del ataque.




