La Raw Materials Week, celebrada en Bruselas, puso el foco en minerales clave para la transición energética, pero también expuso un conflicto latente: mientras Europa busca asegurar el suministro de litio, cobre y otros materiales críticos, las comunidades de los territorios donde se extraen denuncian que el verdadero costo lo pagan ellas, especialmente en forma de agua sacrificada.
Yber Sarapura, representante de la Cuenca Salinas Grandes (Jujuy, Argentina), llevó esta preocupación directamente a la conferencia europea. “Hablan de transición energética justa, pero el sacrificio es nuestro. La minería de litio necesita enormes cantidades de agua, y en la puna casi no hay. Su contaminación será nuestra muerte”, afirmó.
Estos recursos —litio, tierras raras, níquel, cobre, cobalto y manganeso— son estratégicos para la UE, que desde 2023 firmó acuerdos con Brasil, Chile, Argentina y Perú para garantizar su extracción, ahora también destinada a la industria de defensa. La demanda europea crecerá aún más: se estima que para 2050 necesitará 30 % más de cobre y 60 % más de litio.
Pero detrás de esta carrera por asegurar suministros hay impactos ambientales severos. Organizaciones como FARN y CooperAcción advierten sobre ríos que se secan en Catamarca, cuerpos de agua contaminados en Cajamarca y zonas en torno a glaciares andinos que han perdido kilómetros cuadrados de superficie debido a la actividad minera.
Aunque Bruselas insiste en que promueve prácticas sostenibles y respeto a los derechos humanos, representantes ambientales subrayan que en los territorios afectados la urgencia es otra: la supervivencia de ecosistemas ya frágiles. “Para Europa estos minerales son críticos; para las comunidades, lo crítico es la escasez de agua”, señaló Laura Castillo, investigadora de FARN.
El debate dejó claro que la transición energética global no solo plantea desafíos tecnológicos, sino también éticos y ambientales, especialmente allí donde los recursos se extraen.




