Los residentes de sector Maizaro, en Villavicencio, alzaron su voz para exigir atención inmediata ante la amenaza que representa el avance del caño Maizaro, un problema que ha sido ignorado durante años por las autoridades locales, según denunciaron. Durante una reunión comunitaria, vecinos expresaron su descontento y temor por la falta de soluciones a una situación que podría derivar en una tragedia.
Sin respuesta
Los habitantes señalaron que, en reiteradas ocasiones, acudieron a la Oficina de Gestión del Riesgo de Villavicencio, dirigida por Wilson Cano, para buscar apoyo. Sin embargo, afirman que sus solicitudes no solo han sido desestimadas, sino que además fueron recibidas con actitudes groseras por parte del funcionario. Según relató una de las afectadas, Cano mostró una postura tajante y poco receptiva, dejando a la comunidad con un profundo sentimiento de abandono.
Promesas incumplidas
Los vecinos también recordaron el apoyo brindado al actual alcalde durante su campaña electoral, cuando, dijeron, confiaron en sus promesas de atender las problemáticas de la ciudad. “Nosotros le colaboramos con el voto; ahora le pedimos que nos ayude con esta problemática”, manifestaron durante la reunión.
El problema del caño Maizaro ha generado una creciente preocupación en el barrio, ubicado frente a la institución educativa Betty Camacho de Rangel. Según explicaron los residentes, el constante avance del caño amenaza con afectar no solo las viviendas de la zona, sino también la escuela. “Si no fuera por las casas, el caño ya habría llegado a la institución educativa”, advirtió un líder comunitario.
Durante el encuentro, la comunidad hizo un llamado directo al alcalde, instándolo a visitar la zona para constatar la magnitud del riesgo. Asimismo, exigieron que se adopten medidas urgentes para frenar el deterioro del caño y evitar desastres futuros. “No pedimos fiestas ni eventos; pedimos soluciones para el caño”, concluyeron los vecinos.
La falta de atención al caño Maizaro no solo amenaza el bienestar físico de los habitantes, sino también su confianza en las autoridades locales. Para ellos, la indiferencia que han percibido refuerza la sensación de ser una comunidad olvidada, mientras el riesgo sigue creciendo y la solución parece cada vez más lejana.



