Cómo hacer las preguntas correctas te ayuda a crear conexiones profundas con los demás

[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Male" buttontext="Escuchar Noticia"]
Compartir en

En 2024, un equipo de psicólogos de la Universidad de Ámsterdam, liderado por Eddie Brummelman, investigó si un conjunto de preguntas diseñadas podía ayudar a que los niños se sintieran más queridos por sus padres. El estudio se basó en la idea de que sentirse amado es esencial para el bienestar infantil y que las conversaciones profundas pueden reforzar este vínculo.

El experimento tomó como base el “procedimiento de la amistad rápida”, creado en los años 90 por Arthur Aron en la Universidad de Stony Brook (EE.UU.), que consiste en hacer preguntas personales y reflexivas para fomentar la cercanía entre dos personas. Aunque se popularizó en contextos románticos (como el artículo viral del New York Times sobre las 36 preguntas para enamorarse), su objetivo original era promover la conexión social en general.

Brummelman adaptó este método para niños de 8 a 13 años, preparando 14 preguntas que los padres debían formular a sus hijos en conversaciones breves de alrededor de nueve minutos. Estas preguntas no eran triviales, como “¿cuál es tu película favorita?”, sino más personales: por ejemplo, “¿cuándo fue la última vez que te sentiste solo?” o “¿qué país te gustaría visitar y por qué?”. Tras la dinámica, los niños reportaron sentirse significativamente más queridos y apoyados. Los investigadores observaron que las familias muchas veces nunca habían tocado estos temas de manera espontánea, y que compartir vulnerabilidades generaba momentos profundamente emotivos.

El estudio confirmó hallazgos previos sobre la importancia de la autorrevelación (compartir información personal) para crear intimidad. En adultos, experimentos similares mostraron que quienes respondían preguntas profundas sentían un nivel de cercanía comparable al de relaciones de años, mientras que quienes hablaban de temas superficiales no lograban el mismo efecto.

Otros investigadores han replicado este procedimiento en distintos contextos: con estudiantes presenciales y virtuales, donde aumentó la conexión y redujo el abandono académico; entre personas de distintas orientaciones sexuales, disminuyendo prejuicios; y en situaciones cotidianas, donde ayuda a superar el temor de que el otro no esté interesado en lo que uno comparte. Incluso estudios fisiológicos mostraron que estas conversaciones activan el sistema opioide endógeno del cerebro, liberando endorfinas que generan placer, euforia y un sentido de conexión social.

En definitiva, el procedimiento de amistad rápida funciona porque anima a hablar de temas importantes —miedos, sueños, vulnerabilidades— en lugar de limitarse a conversaciones superficiales. En el caso de los niños, no solo refuerza la relación con los padres, sino que les permite sentirse más amados. Para los adultos, fomenta amistades más profundas e, incluso, vínculos románticos.

Los expertos subrayan que no se trata solo de hacer una lista de preguntas, sino de adoptar una mentalidad abierta, sincera y de confianza, en la que ambas partes se permitan revelar su mundo interno. En la vida diaria, practicar la autorrevelación puede ser un camino hacia mejores conversaciones, vínculos más estrechos y mayor bienestar emocional tanto en familias como en otros entornos sociales.


Compartir en